El aspecto central de este «Cuaderno» es la celebración de los 450 años de la llegada de la Compañía de Jesús a la Nueva España, por eso queremos presentar algunos elementos importantes que los jesuitas aportaron para la formación de la identidad y cultura mexicana, y cómo se fue cimentando gracias al aporte de sus miembros.
Aunque la orden fue una de las últimas en llegar a nuestro territorio, establecieron una importante red de misiones, sobre todo en el noroeste del país. Estas misiones son «un referente histórico en aquellas regiones», apunta nuestro primer autor, Alejandro Cancino, S.J., actual maestro de novicios de la Provincia mexicana y además doctor en Historia de las civilizaciones, quien señala también que «aunque la labor apostólica realizada se desarrolló en un complejo entramado de procesos políticos, económicos y sociales», podemos recuperar el rescate que hicieron de las lenguas y culturas indígenas y un modo de evangelizar cercano a ellas.
A partir de que estas misiones se establecen, encontramos una segunda etapa, la de la edificación de templos, residencias e institutos educativos, siguiendo el «modo de proceder» ignaciano, que según Mónica Martí y Verónica Zaragoza, las siguientes autoras, llevó a los jesuitas a la construcción de «edificios saludables, consistentes y bien construidos». Un ejemplo sería el convento y el templo de Tepotzotlán, tema que ambas desarrollarán ampliamente.
Podemos encontrar la impronta del santo de Loyola no sólo en la arquitectura, sino también en otras manifestaciones artísticas, como el teatro. Martín Torres Sauchett, S.J., doctor en Filología hispánica y docente del ITESO, analiza la importancia de la pastorela mexicana, en donde «se vislumbra el trasfondo de los Ejercicios Espirituales», sobre todo en la presentación de la batalla entre el bien y el mal y el nacimiento del Niño Jesús.
El espíritu de Ignacio ha estado presente también en un aspecto esencial para los miembros de la orden que él fundó: la educación. Para ello se han dado y se siguen dando a la tarea de trasmitir el conocimiento desde sus diferentes disciplinas. Al respecto, Arturo Reynoso, S.J., docente del ITESO e investigador de la historia de la Compañía de Jesús en México durante el periodo virreinal, realiza un recuento a lo largo del tiempo de las diferentes instituciones que la Compañía ha establecido en México y recalca que estas instituciones representan un desafío «para ofrecer a cada quien una formación que fomente e integre el ejercicio de la inteligencia, el cultivo del espíritu, la creatividad, la sensibilidad y el servicio hacia las demás personas».
Nuestro último autor, Alfonso Alfaro, que además de dedicarse a la docencia, ha realizado numerosas investigaciones sobre la historia de los jesuitas, nos presenta un texto centrado en el importante legado que dejó la Orden en la forja de la identidad de México, desde tres direcciones: la misionera, la educativa y la espiritual. Estas aportaciones contribuyeron a acrisolar todas las culturas que tejen nuestro ser como país.
Esperamos que nuestros lectores y lectoras descubran y reflexionen, a partir de lo que estos artículos nos proponen, sobre el legado de la Compañía, un legado que más allá de la mera evangelización se supo adaptar con asombro y generosidad ante una realidad nueva y a partir de ella, descubrir y crear, edificar y transformar, todo para «la mayor gloria de Dios».
«Al llegar aquí en 1572 los jesuitas supieron detectar cuáles desafíos los interpelaban y reclamaban su energía y dedicación. Mirando desde el exterior, ¿cuáles serían hoy los vacíos que fragilizan a esta sociedad, que se abren, como otros tantos llamados, a una institución que ha mostrado a través de los siglos su compromiso con estas tierras y sus habitantes?”.
Alfonso Alfaro