¿Qué hace posible la experiencia de fiesta de Navidad en un contexto de hospital? Puedo decir que hay muchos ojos que miran con amor a quienes viven estas realidades y esa mirada nace de la experiencia de un día haber sido actores en estos mismos escenarios; de haber vivido en carne propia una noche de Navidad en el hospital; de haber pasado fechas como estas en un ambiente tan distinto al que vive una parte de la sociedad, que disfruta de fiestas, regalos, comida, risas, y todo aquello que podemos imaginar en nuestros contextos de festejo.
Sin embargo, recorriendo las enormes salas del Hospital Civil de Guadalajara, con las camas una de lado de otra, podemos encontrar rostros que reflejan cansancio, dolor, sufrimiento, preocupación y vemos también a quienes acompañan a sus familiares enfermos, en cuyos rostros se refleja un doble sufrimiento, por la salud de su familiar y porque aún acompañándoles, no está en ellos evitar lo que conlleva la enfermedad.
Pero también podemos ver cómo en estos ambientes surge la solidaridad y el apoyo, el cuidado de unos con otros; cómo surgen pequeños lazos de familia que hacen más llevadera su estancia en el hospital, y cómo esos lazos se mantienen, aún en la distancia y a través del tiempo, no solo con los que compartieron su estancia aquí, sino con todos aquellos que pudieran estar en el Hospital.
Es de estos lazos que emerge una memoria siempre presente, y es bello mirar que la experiencia de Hospital nunca se olvida. Las y los pacientes no olvidan que detrás de esas paredes un día fueron protegidas y protegidos, cuidadas y cuidados. Y tienen presente que, en estas fechas, hay personas que, por ahora, no la están pasando bien y que tal vez estarían deseando estar con sus familiares, y estar en otras condiciones para celebrar la Navidad.
Pensando en la Navidad, hay personas con nombre y rostros concretos que, como María y José, viven momentos difíciles, ellos estaban apurados porque ya iba a nacer el niño y no encontraban un lugar para su nacimiento. Podemos imaginarnos sus rostros y pensar que son similares a los caras que encontramos en un hospital.
Sin embargo aquí, en el Hospital Civil, la bondad y la paz irrumpen en nochebuena, donde quizá no se espera nada distinto a lo que vienen viviendo en día previos, donde quizá podemos creer que no es posible pensar y celebrar que un día el hijo de Dios se hizo hombre y que haya tenido que pasar penas y dolores para hacerse cercano a nosotras y nosotros y de cómo este acontecimiento es ahora motivo de celebración, por lo que su vida nos trae.
Es invaluable contemplar en la noche de Navidad a tantas personas sobre una cama de hospital con la salud quebrantada y a otras al lado suyo acompañandolas, cuidandolas, velando su salud. Algunos son familiares, otras y otros eligieron, y la vida les ha regalado, la oportunidad de servir a los demás como enfermeras, enfermeros, médicos, personal de intendencia, cocineros, camillerilleros, etc., que como profesionales de la salud, hacen de su trabajo un compromiso que se vuelve respuesta generosa, traducida en atención a los más necesitados.
La nochebuena en un hospital es una velada de responsabilidad y amor, una noche de familia para estar al cuidado de los enfermos y, aunque pareciera tornarse en una noche triste, de pronto encontramos corazones que han sido tocados y movidos por el dolor, porque han sido testigos o porque han vivido en carne propia esta realidad. Personas que se unen, se organizan, se cooperan, se comprometen con el dolor personal y el dolor del otro y la otra, y se mueven a dar de lo que tienen; lo que con esfuerzo y bendición han logrado reunir para compartir la alegría de esa noche, la alegría que nos trae el nacimiento de un niño, y en donde los están olvidados se hacen presentes en los corazones de muchas y muchos.
En estos días de fiesta, por el nacimiento de Jesús, vemos a grupos de jóvenes, grupos de niños, familias enteras, que vienen a compartir villancicos, pastorelas, alimentos y regalos, que van desde un par de calcetines, una bufanda, un gorro, hasta cobijas. Algunos simplemente pasan deseando una feliz Navidad y esos pequeños detalles cambian el ambiente y la nochebuena se convierte en una celebraciónm, una noche de fiesta a pesar de la realidad que cada uno está viviendo. Y sobre suscita, en los corazones de los que ahora reciben, el mismo compromiso de prolongar esta bella tradición, de tener presente que, el dolor de otros puede ser transformado por la alegría del compartir como sucede en este hospital. Y nos recuerdan que todo es posible cuando somos solidarias, solidarios con los demás.
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