Tres maneras de festejar
Para quienes tenemos una vivencia más cercana en la comunidad de la Iglesia es evidente la relación de las fiestas de Navidad (con sus traducciones Noël, Natal, Christmas) con Jesús nuestro salvador, pero para otras muchas gentes la evocación más espontánea es otra. Aquí la designo con el nombre de Santaclós y tiene un carácter marcadamente comercial: entre regalos y eventos con ese signo. Me llama la atención la cantidad de comercios en los que los vendedores se visten con un gorrito alusivo a ese personaje. Y también los programas de televisión en los que artistas usan indumentaria de ese estilo. Por eso en algunos ambientes prefieren evitar la palabra Navidad y decir mejor «nacimiento de Jesús».
Para otros evoca más bien una fiesta, ambiente y anhelo de fraternidad, y para nombrarlo uso la referencia a John Lennon y en especial a su canción «Happy Xmas (war is over)». La compuso junto con Yoko Ono a fines de 1971 como protesta contra la guerra entre Vietnam y Estados Unidos (1955–1975). En ella expresa un anhelo de fraternidad universal entre las razas, los pueblos; ricos y pobres, ancianos y jóvenes. Este mismo anhelo lo había expresado con una formulación más amplia en su canción Imagine» lanzada ese mismo año. En «Happy Xmas» Lennon no hace referencia alguna a Jesucristo, es más, parece evitarlo de propósito al no escribir el habitual Christmas y remplazarlo por Xmas. Y en «Imagine» denuncia a las religiones como uno de las obstáculos a la búsqueda de la fraternidad, y desgraciadamente le sobran ejemplos para probarlo. En medio de todo ello, creo que cabe destacar una coincidencia profunda de Lennon y sus similares con uno de los valores esenciales de la enseñanza de Jesús: la hermandad universal.

Foto: Cathopic
Más aún, me atrevo a decir que hemos de reconocer en esos anhelos simbolizados en Lennon una inspiración del Espíritu Santo. Jesús nos enseña a reconocerlos por sus frutos sin quedarnos en las meras palabras y coincide con los que Pablo indica en Gal 5, 22 como señales de la presencia del Espíritu. Amplío y fundamento con una referencia a Mt 25 en el llamado juicio final (se llamaría mejor los criterios o lo fundamental para Jesús). Ahí Jesús nos enseña quiénes son los que estarán con Él en el Reino de manera definitiva: los que lo ayudaron en sus múltiples necesidades, aunque no lo hayan hecho de una manera consciente. En ambas situaciones creo que es necesario complementar que, aunque lo fundamental son los hechos de amor (misericordioso), el hacerlo con una conciencia expresa de la presencia hermana de Jesús en todas las personas ha de ayudar para irlo realizando de una manera más plena y constante. (Añado aquí una sencilla referencia a lo que Karl Rahner desarrolló sobre los cristianos anónimos.)
Entonces, para una celebración más plena y fructuosa del nacimiento de Jesús hemos de juntar ambos elementos: por una parte, tener cuidado de vivir el amor en sus diversas dimensiones en todas las actividades de estos días, y por otra recordar agradecidamente a Jesús que nace de nuevo para enseñarnos a vivir como mejores herman@s. Tanto el arreglo de la casa y la puesta del nacimiento y también la preparación de los alimentos y la convivencia con su música, canto y baile… Igualmente momentos de diversos tipos de oración y la participación en la eucaristía.
Preparación y prolongación
Para mejor realizar estos aspectos de una verdadera Navidad, el calendario litúrgico incluye el tiempo de Adviento, señalado con el color morado que nos invita a la conversión. Y, con ese propósito, nos invita a ayudarnos más de un tipo de oración y de la austeridad (ayuno). La oración puede adquirir múltiples modalidades, pero camino a la conversión un examen o revisión de modo de vivir ante la mirada amorosa de Jesús cobra relieve. Y en ello no sólo ver nuestra cizaña (enumerar las fallas y pecados en vistas a la confesión), sino también tomar mejor conciencia del trigo tanto del que hemos producido como del que recibimos, para agradecerlo de corazón a Diosito y a las personas, y procurar aumentarlo. Dirigiendo nuestra memoria a un lapso más amplio: el último semestre o año, en una provechosa evaluación de conjunto.
Lo aquí dicho aplica también para la cuaresma durante la cual nos preparamos para la celebración del misterio pascual de Jesús. Con la diferencia de que el tiempo de adviento incluye varias fiestas importantes que requieren mayor cuidado para lograr una oración significativa y complican eso de la austeridad. En efecto, tenemos a nivel universal la Inmaculada Concepción, en México y alrededores nada menos que nuestra madre Guadalupe, y en Oaxaca además la de Juquila y la Soledad, con sus respectivos novenarios. Y también las posadas suelen tomar un tinte festivo. En medio de todo ello, mi sugerencia es que procuremos no olvidar a los más necesitados, sino incluirlos lo mejor posible.
Por lo que se refiere a la prolongación de la Navidad, es muy importante cuidar que no constituya una especie de tregua en medio de una vivencia antifraterna que la precede y que va a continuar al terminar los días santos. Por eso conviene mucho revisar cómo hemos vivido previamente para que, tomando muy en cuenta esa experiencia real, podamos controlar lo más posible nuestra perniciosa cizaña y sobre todo seguir incrementando el trigo fraternal a lo largo de los meses.
Una última sugerencia en estos fines de 2025: que tengamos presente al sufrido pueblo palestino ante la despiadada crueldad de los nuevos Herodes y Hitler, pues el presidente de Israel y sus cómplices reproducen ahora lo que esos tiranos hicieron en sus respectivas épocas. Desde luego en la oración y también en la solidaridad efectiva que esté a nuestro alcance: hacer donativos o apoyar organizaciones que defienden su causa.






