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Evangelio del domingo

Lecturas dominicales julio a septiembre de 2022

JULIO

Domingo 3

XIV del Tiempo Ordinario

«Como un hijo a quien consuela su madre, así yo los consolaré a ustedes»

  • Is 66, 10-14
  • Sal 65
  • Gal 6, 14-18
  • Lc 10, 1-12. 17-20

En la primera lectura, Isaías manda un mensaje de esperanza a su pueblo al anunciar la restauración de Jerusalén; usando imágenes maternales de Dios que los protege, los rescata de su tristeza y que en un futuro les alegrará el corazón, el profeta busca a través de ellas infundirles consuelo.

§  La carta de Pablo a los Gálatas nos recuerda que no existe camino de seguimiento del Señor sin pasar por la cruz y que es en ella precisamente donde hemos de encontrar la gloria de Dios.

§  El Evangelio de Lucas nos narra el envío de Jesús a setenta y dos discípulos junto con las indicaciones de lo que tienen que hacer. La misión no es sencilla, estará llena de adversidades y persecuciones, sin embargo, cuando se lleva a Jesús en el corazón, la alegría se hace presente. No es necesario tener muchas seguridades, la única garantía es Cristo, junto con Él no habrá ningún mal que pueda alcanzarnos, someternos o que logre arrebatarnos el gozo, pues, aunque lo perdamos todo, nos queda la presencia del Señor que eleva nuestro espíritu.

§  El signo de sacudirse los pies es una invitación y una señal de alerta a no dejarnos contagiar por las malas conductas o por los dinamismos que corrompen nuestro ser y nos alejan de la misión a la que se nos envió. El cordero que camina entre lobos no ha de aprender a aullar sino ha de saberse inundado por la gracia de Dios quien lo protege y resguarda del daño que quieran causarle. El mensaje de las lecturas de este domingo es que la alegría total, auténtica y duradera, no llega si no es pasando por la cruz de cada día, y surge en la medida en que consagramos toda nuestra vida toda a Cristo.

Domingo 10

XV del Tiempo Ordinario

«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo»

  • Dt 30, 10-14
  • Sal 68
  • Col 1, 15-20
  • Lc 10, 25-37

§  La invitación en la primera lectura es que el pueblo de Israel acoja la vida y deje atrás las dinámicas de muerte. Los mandamientos son para el mayor bien del pueblo y han de brotar desde lo profundo del corazón y de la conciencia. Los mandamientos están al alcance de todos pues consisten en optar por aquello que nutre la fe, la esperanza y también la paz.

§  En la carta a los colosenses, Pablo exalta la figura de Cristo como el principio y fundamento de todas las cosas creadas y lo coloca como el punto de reconciliación de Dios con sus criaturas y de unificación de todo cuanto existe. El seguimiento de los mandamientos se perfecciona y cobra mayor trascendencia y sentido en Cristo.

§  Este perfeccionamiento de la Ley se contempla con mayor claridad en el Evangelio de Lucas al relatar el encuentro del doctor de la Ley con Jesús. El diálogo entre ambos posibilita comprender lo fundamental de la ley: el amor y la misericordia hacia Dios y hacia el prójimo. La parábola del buen samaritano trasciende el seguimiento de una norma para dar paso a una ley mucho más profunda y verdadera que genera sanación y vida. Las lecturas hoy son un camino hacia una comprensión mayor de lo que Dios nos pide a nosotros, sus hijos. Los mandamientos, más allá de ser entendidos como normas externas que debemos cumplir para tener a Dios contento con nosotros por nuestros esfuerzos de buena conducta, han de ser comprendidos como el camino que nos libera de nuestras propias esclavitudes humanas y nos conducen a vivir desde la ley del amor y la misericordia que ha de estar inscrita en nuestros corazones.

Domingo 17 

XVI del Tiempo Ordinario

«¡Ustedes tienen a Cristo y esperan la Gloria!»

  • Gn 18, 1-10
  • Sal 14
  • Col 1, 24-28
  • Lc 10, 38-42

§  Dios sale al encuentro de Abraham en la figura de tres hombres y él sabe reconocerlo, inmediatamente se pone al servicio del Señor de manera generosa y con la mirada llena de fe. Sus acciones no quedan sin recompensa y Dios lo bendice con la fecundidad de su mujer. Su hospitalidad le ha transformado la vida.

§  En el pasaje del Evangelio, Jesús también es recibido hospitalariamente por Marta y María. En ambos casos, la visita del Señor es una fuente de bendición para quienes lo reciben, que le abren su corazón y se ponen a sus pies para servirle. En el texto vemos que tanto la mirada contemplativa al estilo de María, como el trabajo afanoso y generoso al modo de Marta son necesarios en el camino del seguimiento al Señor.

§  San Pablo se goza de que Cristo habite en él, ahí su profunda identificación con el Señor y el deseo de comunicar su grandeza. En la segunda lectura se nos recuerda que Cristo vive en nosotros. Cada ser humano es habitado por Cristo y nos corresponde abrirle la puerta de nuestro ser para recibirlo. De esta manera vendrán las bendiciones a nuestras vidas y podremos comunicar su mensaje con todas nuestras palabras y nuestras obras.

En este domingo se nos hace un llamado a reconocer a Dios en el prójimo y así transformar nuestra mirada, porque de esta manera transformamos nuestra vida. Se nos invita además a recibir a Cristo en nuestros corazones, es decir, a no cerrarnos a nadie, sino en cambio, a acoger y servir. Así es como daremos frutos para la misión que tenemos como cristianos.

Domingo 24 

XVII del Tiempo Ordinario

«Pidan y se les dará»

  • Gn 18, 20-32
  • Sal 137
  • Col 2, 12-14
  • Lc 11, 1-13

§ Abraham intercede ante Dios por la ciudad de Sodoma, al hacerlo su trato con el Señor es familiar y cercano y confía en su justicia y misericordia ante la pequeñez y la corrupción humanas. El libro del Génesis nos muestra al padre de la fe en actitud de oración, pues sabe de la fuerza y poder de la misma y por ello, no duda en la capacidad de perdonar de Dios.

§ La carta a los colosenses reafirma la inmensa misericordia de Dios para con nosotros, sus criaturas, ya que pasamos de estar muertos a causa del pecado a recibir el regalo de una nueva vida por la resurrección de Cristo. La condenación ha quedado anulada, pues la fuerza de Dios es capaz de restaurar y transformar nuestro corazón corrompido y equivocado.

§ En el Evangelio de este domingo Jesús nos enseña a orar, a estar en comunicación con Dios como habla un hijo con su papá. Nos invita a no dudar de que seremos escuchados en nuestras súplicas, y para ello relata la historia del amigo inoportuno, quien, a base de tanta insistencia, consiguió ser escuchado y recibir el favor del dueño de la casa. Dios nunca cerrará los oídos a quienes le pedimos algo para el bien propio y del prójimo, pues es justo y compasivo.

Son dos los mensajes centrales en estas lecturas: la nueva vida que Cristo nos ha regalado por el perdón de nuestros pecados y la importancia de ser perseverantes y fieles en la oración. Tenemos un Dios que es un Padre amoroso, quien solo sabe dar cosas buenas a sus hijos, por ello nos regala su gracia. Todos nos hacemos más fuertes cada vez que disponemos de todo nuestro ser para orar, para conectarnos con la fuente de todo amor y de toda justicia.

Domingo 31 

XVIII del Tiempo Ordinario

«Vanidad de vanidades, todo es vanidad»

  • Ecl 1, 2; 2, 21-23
  • Sal 89
  • Col 3, 1-5. 9 -11
  • Lc 12, 13-21

§  El mensaje de este domingo nos invita a poner todo nuestro esfuerzo y trabajo en las bondades espirituales. El libro del Eclesiastés nos advierte que las cosas materiales son vana ilusión. En ellas no se encuentra nuestra felicidad ni personal ni colectiva. Pasar la vida preocupados únicamente por adquirir cada vez más bienes materiales es una inversión equívoca.

§  Lucas es directo al anunciar que evitemos toda clase de avaricia, pues el acumulamiento es estéril, no genera vida, por el contrario, trae estructuras de muerte. Acumular riqueza crea divisiones, miedo a perder lo que se ha adquirido, injusticia y opresión. Al mismo tiempo que muchas veces propicia el resentimiento en los que no la tienen, al observar como unos pocos se apoderan de los bienes que han de ser para todos.

§  Renunciar a la búsqueda de riqueza para poner la atención en buscar los bienes superiores es la invitación de san Pablo. El propósito de esta vida no consiste en acrecentar las cuentas bancarias, o en llenarse los bolsillos, ni tampoco en ganar mayor poder o fama; más bien consiste en crecer en nuestra identificación con Cristo. Crecer en virtudes, practicar las obras de misericordia y tener una vida en unificación con Dios, han de ser el camino para dejar atrás nuestros esquemas de pecado para revestirnos de la nueva vida que Cristo nos ofrece.

La generosidad se opone a la avaricia, por ello es tan importante tener capacidad de desprendimiento y hallar el gozo que brota al compartir lo que se tiene. De esta manera podremos vivir como hermanos y diluir las razas y distinciones, los rangos y los estratos sociales, para que así, todos seamos uno en Cristo.

AGOSTO

Domingo 7

XIX del Tiempo Ordinario

«Busquen primero el Reino de Dios»

  • Sab 18, 6-9
  • Sal 32
  • Heb 11, 1-2. 8-19
  • Lc 12, 32-48

§  La primera lectura nos deja ver la firmeza de la fe de los israelitas frente al favor de Dios, quien los ha bendecido y los ha librado de sus enemigos. Se trata de una fe viva que celebran en cada cena de pascua, recordando que el Señor no olvida sus promesas.

§  Es la misma fuerza de la fe que se reitera en la carta a los hebreos. Los patriarcas pudieron abrir camino a su pueblo gracias a la fe inquebrantable que tenían. Sara pudo concebir gracias a la fe de ella y de su esposo Abraham. A todos ellos la fe les abre un nuevo horizonte y les imprime una misión única, capaz de cambiar la historia.

§  En el Evangelio de hoy, Jesús nos exhorta a trabajar desde la fe, a poner en marcha la misión que se nos confía desde esta fe cuando enfrentamos la realidad; por eso es necesario estar atentos y preparados. Ninguno de nosotros sabemos cuántos años viviremos, por eso no debemos postergar el trabajo que Dios quiere de nosotros. La conversión de todas nuestras intenciones, acciones y operaciones desde la fe, es una tarea que no podemos aplazar.

Cada persona está dotada de virtudes y cualidades que puede encauzar hacia la misión de amor, paz y justicia que Dios quiere para la humanidad. Es fundamental despertar todo aquello que el Señor ha puesto en nosotros y tener una mirada de fe sobre la presencia y la acción de Dios en nuestras vidas y en el mundo que nos rodea. De esta forma podremos encaminarnos hacia el fin para el que hemos sido creados.

Domingo 14

XX del Tiempo Ordinario

«Levantemos la mirada hacia Jesús»

  • Jr 38, 4-6. 8-10
  • Sal 39
  • Heb 12, 1-4
  • Lc 12, 49-53

§ Jeremías es signo de contradicción y división entre quienes hacían la guerra, los jefes y el rey. Las palabras del profeta causaron confusión pues cuestionaban sus acciones y creencias, por lo que es reprimido y arrojado a un pozo. Aunque afortunadamente es rescatado de su prisión.

§ San Pablo nos recuerda que el propio Jesús fue perseguido, no temió a la ignominia y aceptó la muerte en cruz. Muchos han sido los hombres y las mujeres que han entregado la vida y derramado su sangre en su lucha contra el pecado y sus consecuencias. Ellos lo han conseguido por tener la mirada fija en el Señor, por mantenerse firmes en la fe.

§ Jesús sabía que su mensaje traería divisiones por el descontento de los poderosos o de quienes defendían la Ley aun por encima de las personas. Sus ideas revolucionarias sobre la religión y la sociedad causaron la reacción iracunda de las autoridades y su presencia levantó una gran controversia, sin embargo, ésta resultó necesaria para la transformación de la realidad hacia el Reino de igualdad, justicia y amor que Dios anhela para sus hijos.

En todo proceso de conversión, llegará la contradicción y las divisiones. Encauzar nuestra vida hacia Dios, hacia el Evangelio, implicará terminar con nuestros modos de proceder habituales, que, aunque sean una costumbre pueden obstaculizar la misión del Reino de Dios para nosotros. Esto nos traerá rupturas internas, sin embargo, resultan indispensables para convertirnos en auténticos testigos del Señor. El seguimiento de Jesús conlleva críticas y rechazo, de quienes viven en dinámicas de pecado, pero es el revestimiento en Cristo lo que nos dará la fuerza para afrontar lo que venga.

Domingo 21 

XXI del Tiempo Ordinario

«Esfuércense por entrar por la puerta angosta»

  • Is 66, 18-21
  • Sal 116
  • Heb 12, 5-7. 11-13
  • Lc 13, 22-30

§  En la primera lectura, Isaías expone que el plan de Dios consiste en congregar a los hombres de todas las naciones para que gocen con Él en su gloria. Todo el que anhele estar con el Señor, le abra su corazón y lo dé a conocer de palabra o de obras, gozará de su presencia.

§  La carta a los hebreos nos recuerda que el camino hacia el Señor pasa por innumerables pruebas que nos ayudan a perfeccionarnos, a corregir nuestros desvíos y nuestros criterios equivocados, dentro de este camino las dificultades ayudan también a la purificación de nuestra alma.

§  Jesús nos dice, en el Evangelio de hoy que todos hemos sido invitados a gozar de la gloria de Dios, pero para llegar a ella hemos de optar por las puertas angostas, es decir, renunciar a aquello que nos resulta atractivo o que nos ofrece una satisfacción inmediata, pero que está lejos de lo que realmente alimenta y engrandece el espíritu. Además, se requiere la entrega de todo nuestro ser a Dios, sin reservas, que toda nuestra vida sea desde Él y para Él. El proceso de la madurez humana y espiritual no puede darse sin las debidas renuncias y entregas. En este proceso, Dios apuesta por nosotros y por nuestro crecimiento y aprendizaje. Jesús nos aclara que quienes sean los últimos en las estructuras de este mundo terrenal, debido a su entrega y desapego, llegarán en primer lugar a disfrutar de su paz y de su amor.

Domingo 28 

XXII del Tiempo Ordinario

«El que se humilla será ensalzado»

  • Eclo 3, 19-21. 30-31
  • Sal 67
  • Heb 12, 18-19. 22-24
  • Lc 14, 1. 7-14

§ El mensaje central de este domingo es vivir la humildad. El libro del Sirácide nos recomienda proceder con humildad, hacernos pequeños para ser amados y hallar gracia ante los ojos de Dios. El orgullo nos conduce a la soberbia y a alejarnos de quienes nos aman. Vuelve nuestra vida infecunda.

§ En el Evangelio, Jesús, mediante una parábola, nos enseña a no buscar ocupar los primeros puestos, sino a ubicarnos en los que realmente son nuestros. La humildad consiste en ser conscientes de nuestro sitio, en no querer aparentar ser alguien distinto a lo que somos, pero tampoco caer en la victimización y considerarnos indignos.

§ La humildad resulta ser fecunda cuando ponemos lo que tenemos al servicio de los demás, especialmente de los más pobres, los desfavorecidos. Es importante encontrar la verdad de nuestra identidad y de lo que podemos brindar al prójimo desde nuestra autenticidad. Todos podemos reflejar el amor de Dios desde lo que Él ha puesto en cada uno de nosotros. Sin humildad, no podremos conocer lo que honestamente estamos llamados en este mundo.

Vivir humildemente es acercarnos al deseo de Dios, como si estuviéramos frente al Sinaí, el monte santo, frente a Jerusalén, la ciudad que resplandece en medio de la oscuridad, pues no hay nadie más grande que quien reconoce su pequeñez ante la grandeza inconmensurable de Dios.

SEPTIEMBRE

Domingo 4 

XXIII del Tiempo Ordinario

«El amor del Señor por siempre cantaré»

  • Sab 9, 13-19
  • Sal 89
  • Flm 9-10. 12-17
  • Lc 14, 25-33

§  Nuestro entendimiento humano basado únicamente en los criterios que nos ofrece el mundo puede llevarnos a grandes equivocaciones y al camino de la injusticia. Por ello, debemos abrirnos a la sabiduría de Dios. Este fragmento del libro de la Sabiduría nos recuerda a Salomón, cuya petición a Dios fue tener la sabiduría para gobernar, pues gracias a este don supo proceder con justicia.

§  En la segunda lectura vemos a Pablo interceder por Onésimo, su nuevo hijo espiritual. La sabiduría que ahora el apóstol tiene va más allá de las relaciones de amo y esclavo normales en aquel tiempo; Pablo apuesta por la nueva dignidad de su protegido y, aunque no cuestiona directamente la esclavitud, sí alude al principio cristiano del amor y la fraternidad que trascienden cualquier relación jurídica.

§  La invitación de Jesús a seguirlo es clara al advertir las renuncias que son necesarias. Su seguimiento exige relativizar la familia y los bienes materiales que son seguridades pasajeras. Estos aspectos implican el hacernos ser consciente de los costos personales que conlleva el ser fiel al Señor, para enfocarnos únicamente en aquello que da la vida eterna. El conocimiento profundo de la propia persona nos hará descubrir todo aquello de lo que somos capaces cuando dejamos traslucir la luz de Cristo a través de nuestro ser.

Domingo 11 

XXIV del Tiempo Ordinario

«Señor, escucha mis palabras»

  • Ex 32, 7-11
  • Sal 50
  • 1a Tim. 1, 12-17
  • Lc 15, 1-32

§ El hilo conductor de las lecturas de este domingo es el perdón de Dios hacia sus hijos. En el libro del Éxodo, vemos que el pecado ha causado estragos entre sus miembros. La fabricación de ídolos falsos es una oferta atractiva pues los becerros de oro, vienen casi siempre junto con disfrutes efímeros, pero es su resplandor el que nos nubla la mirada hacia la verdad de Dios.

§ Pablo es un testigo de la inmensa misericordia de Dios. El Padre sabe que somos pecadores, que nuestra naturaleza humana tiende a la comodidad, el estatus y el placer. A pesar de ello, Él nos regala su perdón y nos envía en misión a colaborar en la construcción de su Reino. Confía en nosotros pues también sabe que nos ha dado la grandeza espiritual necesaria para amarlo y servirlo en el prójimo.

§ La parábola narrada por Jesús revela el ser de Dios: un padre bueno que sale al rescate de aquellos hijos que se han extraviado, que no reprocha y que no juzga con dureza, sino que recibe con los brazos abiertos y con el corazón lleno de amor. El padre reviste a su hijo de una nueva dignidad, renueva su alma y su ser y lo calza con sandalias nuevas para emprender nuevas rutas en su vida y con un nuevo espíritu.

El perdón nos transforma, experimentarlo nos hace avanzar en la vida con un corazón agradecido. Quien ha llenado su corazón con la misericordia y el amor de Dios, ha de derramarlo en quienes lo rodean.

Domingo 18

XXV del Tiempo Ordinario

«¡Feliz el hombre que teme al Señor!»

  • Am 8, 4-7
  • Sal 112
  • 1a Tim 2, 1-8
  • Lc 16, 1-13

§  En la primera lectura, el profeta describe la situación que se vivía en Israel: se había llegado al límite de la corrupción y del egoísmo, para aprovecharse de quienes menos tenían. La ambición había corrompido a la sociedad, pues el fraude y el engaño se habían normalizado en las relaciones comerciales y, peor aún, en sus relaciones humanas.

§  Pablo exhorta a rezar por quienes ostentan el poder en las naciones y los pueblos, ellos son los más propensos a la corrupción, pues el poder y la riqueza son el perfecto caldo de cultivo para la descomposición y el extravío del alma. La oración de unos por otros tiene un carácter misional. No se pide el castigo para quienes han cometido un mal, sino que se ora por su conversión mediante el conocimiento de la verdad, es decir, para que tengan consciencia de la trascendencia de su pecado y de la alegría de vivir en la gracia de Dios.

§  Jesús habla de un administrador astuto. Su intención es mostrar a sus discípulos que para construir el Reino es necesario ser sagaces para manejar los negocios de este mundo. Trabajar por los bienes espirituales no excluye el saber administrar lo material de acuerdo con los criterios del Reino. Recibimos la invitación a ser fieles en lo pequeño, a actuar con rectitud y justicia. Incluso en los negocios de este mundo es posible reflejar la bondad de Dios. El dinero es necesario para las cosas terrenas, pero no ha de esclavizarnos y convertirse en nuestra motivación en la vida.

Domingo 2

XVI del Tiempo Ordinario

«No se puede servir a Dios y al dinero»

  • Am 6, 1. 4-7
  • Sal 145
  • 1a Tim 6, 11-16
  • Lc 16, 19-31

§ Amós previene a los ricos e insensatos de las falsas seguridades. Los ricos se han hecho de sus abundantes bienes a costa del empobrecimiento de la mayoría de los hombres del pueblo. Además, su egoísmo no les permite sentir compasión por quienes menos tienen, los que pasan hambre y necesidades. El exceso de comodidades y placeres ciega la mirada hacia el pobre y adormece la generosidad del corazón.

§ San Pablo llama a todo cristiano a ser un «hombre de Dios», es decir, a vivir en la rectitud, la piedad, la fe y el amor. El testimonio de los cristianos ha de ser practicar todo lo que Jesús nos enseñó, lo cual incluye la caridad más elevada hacia los pobres.

§ Lo que propone la primera lectura es similar a la parábola del hombre rico y Lázaro que se narra en el Evangelio. El hombre rico era insensible ante el sufrimiento de Lázaro e incluso se sentía superior a él. Este texto es también una advertencia a no dejarnos deslumbrar con la alegría efímera y engañosa que ofrece el dinero. No se podrá instaurar el Reino de Dios mientras no abramos paso a la equidad y no nos preocupemos por el bienestar de todos. Nuestro servicio ha de estar abocado a quienes sufren mayores carencias materiales y espirituales.

La falsa idea del mérito y de la superación económica, nos hacen creer que todo lo que tenemos es porque nos lo hemos ganado. Sin embargo, olvidamos que todo se nos ha dado por Dios y que quienes gozan de más oportunidades, tienen una mayor responsabilidad ante la sociedad. No permitamos que el apego a los bienes de este mundo nos aleje de Dios y de nuestros hermanos necesitados, pues no hay alegría más genuina que la que proviene del gozo de compartir.

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