En noviembre de 2023 falleció en la Ciudad de México el filósofo de la liberación Enrique Dussel Ambrosini, quien había dicho alguna vez que era un «mexicano nacido en Argentina». A lo largo de su vida aportó también al estudio de la historia de la Iglesia en América Latina y el Caribe e igualmente dio valiosos impulsos a la teología de la liberación latinoamericana. Como un pequeño homenaje a ese autor de más de cincuenta libros publicados en varios idiomas y países, se comenta aquí una de sus primeras obras publicadas en México, Religión, que ofrece una llamativa perspectiva para analizar y reflexionar, incluso muchos años después de su primera edición, sobre la situación actual de la Iglesia en América Latina y, en general, sobre el lugar de la religión en la sociedad.
Enrique Dussel: esbozo de su vida y obra
Enrique Dussel, descendiente de inmigrantes alemanes e italianos, nació y vivió gran parte de su infancia y juventud en diferentes ámbitos rurales y urbanos argentinos. Después de graduarse en filosofía en la Universidad Nacional de Cuyo, pasó una década en Europa: en Madrid se doctoró en filosofía; en París cursó un programa de estudios sobre la religión y se doctoró en historia (con la tesis El episcopado latinoamericano, institución misionera en defensa del indio, 1504-1620); en varias ciudades alemanas participó en actividades académicas de filosofía e historia. Pero lo que más lo marcó para el resto de su vida, fueron los dos años que vivió como carpintero de la construcción en Nazaret, experiencia vital de pobreza y explotación, meditada bajo la guía del conocido teólogo y sacerdote obrero francés Paul Gauthier.
Otras experiencias importantes fueron la convivencia con muchos latinoamericanos en Europa y cuando el filósofo mexicano Leopoldo Zea se convirtió en una inspiración para asumir lo que hoy se llamaría «enfoque decolonial»: una perspectiva que no reniega de la milenaria tradición filosófica europea (que Dussel llegó a conocer muy bien en sus lenguas originales tanto clásicas como modernas), pero que exige re-elaboración y desarrollo en los contextos socioculturales latinoamericano-caribeños muy distintos de los que condicionaron y siguen condicionando a aquella. Así, por ejemplo, empezó a construir la idea de una re-escritura de la historia de América Latina «desde abajo», desde el punto de vista de quienes son las víctimas de dominación múltiple: «Porque la experiencia originaria de la Filosofía de la Liberación consiste en descubrir el ‘hecho’ masivo de la dominación, del constituirse de una subjetividad como ‘señor’ de otra subjetividad, en el plano mundial (desde el comienzo de la expansión europea en 1492: hecho constitutivo originario de la ‘modernidad’) Centro-Periferia; en el plano nacional (élites-masas, burguesía nacional-clase obrera y pueblo); en el plano erótico (varón-mujer); en el plano pedagógico (cultura imperial, elitaria, versus cultura periférica, popular, etc.); en el plano religioso (el fetichismo en todos los niveles); en el nivel racial (la discriminación de las razas no-blancas), etc.».
Después de su regreso a Argentina, sus actividades como docente e investigador universitario centradas en temas de la ética, y a lo largo de las cuales escucha por primera vez el término «teoría de la dependencia», son afectadas por la derechización del régimen. Aun así participa en 1971 con un grupo de colegas en un congreso filosófico nacional, del cual resulta dos años después un señero volumen colectivo titulado Hacia una filosofía de la liberación latinoamericana.
Pero en 1973 se atenta mediante una bomba contra su vida, y en 1975 se le expulsa por razones ideológicas de la universidad, hechos que lo hacen salir al exilio en México, que se convierte en su segunda patria. Durante muchos años realiza actividades docentes en la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa y la Universidad Nacional Autónoma de México; en 2013 y 2014 incluso asume la rectoría de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Imparte conferencias y cursos en muchos lugares del mundo y publica una enorme cantidad de trabajos académicos. En 1975 forma parte del grupo de filósofos que, durante el Primer Coloquio Nacional de Filosofía en Morelia, empiezan a difundir la filosofía de la liberación en muchas partes de América Latina. Durante las décadas siguientes se dedica a desarrollar teóricamente esta perspectiva y también a hacerla presente en África y Asia, y a discutirla con especialistas estadounidenses y europeos. Cabe señalar que hace unos años donó su biblioteca personal a la Universidad Iberoamericana.
Pueden mencionarse aquí tres obras particularmente relevantes de su tiempo en México. Uno es el conjunto de ediciones y análisis de obras de Marx, motivados por la poca seriedad científica que observaba Dussel, tanto en la academia liberal como en la doctrina estatal soviética con respecto a las ideas de ese pensador importante para entender las causas de la persistente pobreza y opresión por doquier. Otro es el libro Ética de la liberación en la edad de la globalización y de la exclusión, publicado por primera vez en 1998. El tercero es la edición, hecha conjuntamente con una colega venezolana y un colombiano, del monumental El pensamiento filosófico latinoamericano y del Caribe y “latino” (1300-2000), que, por cierto, inicia sus más de mil cien páginas con una sección dedicada a «las filosofías de algunos pueblos originarios». Ante este trasfondo no puede extrañar que acompañó de cerca la rebelión zapatista, de la cual recibió importantes impulsos.
La religión superestructural y la religión infraestructural
Religión es un libro inicial en varios sentidos – y precisamente por ello sirve para reflexionar y meditar. Tiene como origen una reunión internacional realizada en Yugoslavia con el título «El futuro de la religión: ¿fin o renacimiento?». Consta de dos partes. Una es el ensayo «La religión como superestructura y como infraestructura», que lleva el subtítulo «propuesta de las tesis provisionales». La otra, tres veces más extensa que la anterior, es una llamativa colección de textos referidos a la religión y que contribuyen a fundamentar la propuesta hecha por el autor.
Hay que subrayar su carácter inicial, pues estamos hablando de una discusión apenas orientada por la Conferencia Episcopal de Medellín (1968) y la Teología de la Liberación (1971) de Gustavo Gutiérrez. Discusión que se desarrolló con cada vez más países del continente sumergidos en regímenes «de seguridad nacional» y también frente al rechazo rotundo del marxismo vulgar a toda forma de religión. A lo que se agrega que la teología y la filosofía de la liberación eran conscientes de que tenían que recurrir a las ciencias sociales y humanas para fundamentarse y «ubicarse» históricamente, aunque esto significaba en la América Latina y el Caribe de entonces de modo inevitable tener que discutir con diferentes tradiciones de pensamiento marxista.
Es importante tener presente que religión superestructural e infraestructural no constituyen dos sistemas simbólicos y organizacionales únicos, claramente definidos, fijos en el tiempo y coherentemente integrados. Al contrario, se trata de dos conjuntos de propuestas y tendencias, que a veces acusan importantes diferencias en su interior y se modifican constantemente de acuerdo con los constantes cambios sociales y culturales. Igualmente, importante es la advertencia de que no se deben identificar con la institución eclesiástica, la liturgia o la teología como tales (p. 64). Más bien se trata de dos opuestos modelos de conducta, formas de organización, modos de ejercer funciones de dirección y de tomar decisiones. La religión superestructural es la que en última instancia legitima el orden social existente (muchas veces declarándolo como de origen divino) y contribuye a su reproducción, por ejemplo, promoviendo la «resignación pasiva, paciencia derrotista, humildad aparente» (p. 30) de las víctimas del sistema. En cambio, la religión infraestructural critica la distancia del orden social existente respecto de las enseñanzas bíblicas y la vida de Jesús, y llama a modificarlo desde sus raíces, porque su Dios «se epifaniza en el oprimido» (p. 51).
En la época de la redacción del libro, saltaban a la vista como ejemplos del cristianismo superestructural los represivos regímenes dictatoriales latinoamericanos, y la difusión mundial del «American Way of Life» a través de los medios electrónicos y patrones de consumo, pero también mediante intervenciones militares en varias partes del mundo (pp. 32-35). Como ejemplos del cristianismo infraestructural se citan las llamadas proféticas para «dar de comer al hambriento», pero no a través de la limosna, sino a través de «la potencia movilizante de la infraestructura futura» (p. 54) y un cambio de sistema que permita la liberación de los pobres y dominados, y también de los dominadores.
Invitación a la lectura y la meditación
Tal vez no pocas/os lectoras/es del libro Religión se sentirán algo extrañadas/os por el lenguaje, los ejemplos históricos y las referencias bibliográficas marxistas en la caracterización de la religión superestructural y en la antología correspondiente (pp. 69-155). Pero ¿realmente es difícil relacionar este modelo de cristianismo con la situación actual de la violencia pública desatada desde hace años en el país, independiente del partido en el gobierno, con más de la mitad de la población económica activa en la informalidad, con la persistente discriminación de las mujeres y los pueblos indígenas?
Tal vez sería recomendable iniciar la lectura del libro por la de los textos reunidos en la antología correspondiente al cristianismo infraestructural (pp. 157-278), que inicia con citas bíblicas, sigue con un fragmento de Bartolomé de las Casas, considerado por Dussel el iniciador de la teología de la liberación, y termina con documentos mediante los cuales varios organismos cristianos toman nota y hasta aceptan muchas de las críticas generadas en la izquierda de entonces a Iglesia y cristianismo – aunque sin volverse por ello comunistas ateos, como se les acusó falsamente desde el cristianismo superestructural. El lema de toda esta sección y, en todo caso, guía para su lectura, podrían ser las palabras tomadas de un poema del sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal: «Para los comunistas, Dios no existe, sino la justicia / Para los cristianos, Dios no existe sin la justicia» (p. 66).
Para saber más:
- El libro Religión (Edicol, México, 1977, Colección Conceptos) puede obtenerse gratuitamente en el impresionante portal electrónico en el cual se ha reunido gran parte de la obra de Enrique Dussel: <https://enriquedussel.com/txt/Textos_Libros/30.Religion.pdf>.
- Una instructiva introducción a diferentes aspectos de la filosofía de la liberación de Enrique Dussel es su libro Praxis latinoamericana y filosofía de la liberación (Editorial Nueva América, Bogotá, 1983; <https://enriquedussel.com/txt/Textos_Libros/35.Praxis_latinoamericana_filosofia_liberacion.pdf>).