«No temas, desde ahora serás pescador de hombres».
Febrero
- Is 6,1–2, 3–8
- 1 Cor 15,1–11
- Lucas 5,1–11
§ Isaías busca suscitar en nosotros la pregunta por el llamado que el Señor nos hace, y nos ofrece elementos para reconocer su autenticidad. Nos invita a reparar si nuestra vocación posee: un genuino sentido de pertenencia al Pueblo del Señor, honestidad de ser partícipes de los males colectivos, gratitud por experimentar personalmente el perdón del Señor y alegría profunda que nos conduce a expresarle un «sí».
§ La Primera Carta a los Corintios pide a cada uno considerar, en nuestra vocación particular, qué tan nuestro asumimos el anuncio de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo. De ser así, los testigos que nos transmitieron este mensaje adquieren su brillo, incluido el propio Pablo, y se vuelven motivo de unidad. La unidad fundamental del anuncio es el encuentro personal con Jesús Resucitado en la comunidad de testigos.
§ El Evangelio de Lucas nos pone delante la vocación de uno de estos testigos, Pedro. Nos invita a ver que el llamado de ese importante testigo se da en encuentro con Jesús en lo ordinario de nuestra vida. La sencillez y solidez del mensaje de Jesús mueven la fe de Pedro a aventurarse y reconocerle como Señor. Jesús es quien lo confirma como pescador de hombres.
Señor, concédenos la sabiduría que viene de tu Espíritu de Amor para seguir con solidez y sencillez esa vocación particular a la que nos llamas a servir a los demás.