«Jesús–Cristo no lanza una piedra, sino que quiere lanzar el pecado lejos de nosotros».
Abril
- Is 43, 16–21
- Sl 125
- Flp 3, 7–14
- Jn 8, 1–11
§ Jesús–Cristo escribe los pecados en el piso de tierra y el viento los borra, porque Él no vino para condenar, sino para salvarnos del pecado: «Yo no te condeno, ve en paz y no vuelvas a pecar». La profundidad de este evangelio está en que Jesús nos invita a la conversión, no juzgándonos sino amándonos.
§ Nos recuerda el profeta Isaías: «Dios hace nuevas todas las cosas», esto quiere decir que Dios transforma nuestra realidad. Él tiene el poder de abrir un camino en medio del desierto, de gracia en medio del pecado; es allí donde la conversión acontece en nuestras vidas. San Pablo experimentó eso; él persiguió cristianos, pero Dios irrumpió en su existencia y Pablo se convirtió. Así Pablo fue lanzado a correr en el camino de Cristo hasta llegar a la meta, predicando la justicia de Dios. Hoy también nosotros somos lanzados a correr en el camino del amor y la justicia porque nuestra vida es Cristo.
§ Con el salmista cantamos a Dios «grandes cosas haz hecho por nosotros», pues lanza nuestro pecado fuera y nos invita a la conversión. Tú, Señor, nos lanzas a caminar como tus seguidores en este camino Pascual.
Que el Señor en este final del tiempo cuaresmal nos dé la gracia de volver al camino de Jesús–Cristo. Reconozcamos que Dios hace nuevas las cosas y seamos lanzados a amar a su estilo.
