«…cavaré alrededor, la abonaré, a ver si da fruto».
Marzo
- Ex 3,1–8.13–15
- Sal 102
- 1 Cor 10,1–6.10–12
- Lc 13,1–9
§ La primera lectura presenta a Moisés yendo más allá del desierto con su rebaño, donde le aparece Yahvé en una llama. A partir de ahí, Moisés se deja conducir con mansedumbre: se descalza al develársele que es tierra sagrada, guarda distancia y cubre su rostro ante el Dios de sus Padres, escucha la afección de Dios por su pueblo y responde a su deseo de liberarlo. En esta cuaresma conviene ir personalmente más allá, escuchar al Señor y dejarnos pautar hacia la reconciliación y la paz de nuestro Pueblo.
§ En la segunda lectura San Pablo advierte que, en ese camino pautado por el Señor, a ejemplo del paso del Pueblo de Israel por el Mar Rojo y el desierto, es posible extraviarnos. La tentación de la codicia y la murmuración son propias de un camino de despojo, como el de la reconciliación.
§ El Evangelio nos presenta la parábola en la que Jesús representa el viñador que busca salvar una higuera que no produce fruto en el viñedo, simbolizando al Pueblo de Dios. La conversión del hombre es el signo de quien recibe este último tiempo de paz marcado por Jesús, en quien es posible que la higuera produzca frutos.
Mueve nuestro corazón, Padre Santo, para reconocer que estamos necesitados de la paz y reconciliación que viene de ti.
