«La oración es el grito persistente del pueblo que no se resigna».
Éx 17, 8–13
Sal 120
2 Tim 3, 14–4, 2
Lc 18, 1–8
- Pablo exhorta a proclamar la Palabra con paciencia, a tiempo y a destiempo. El anuncio del Evangelio exige perseverancia, sobre todo cuando la indiferencia o la injusticia parecen dominar.
- La viuda del Evangelio clama por justicia ante un juez que no teme a Dios ni a nadie; su persistencia conmueve incluso a ese corazón endurecido. Jesús nos asegura que Dios, que es justo, escuchará el clamor de su pueblo.
- La oración no es pasiva ni decorativa; es el clamor que brota del cuerpo y del alma herida, es resistencia espiritual. Hoy, muchas viudas, madres y comunidades empobrecidas claman por justicia, con la confianza de que Dios siempre escucha.
Señor, enséñanos a orar con insistencia, no para convencerte, sino para no resignarnos.

Ilustración: ©Tzitzi Santillán