«Señor, que no seamos sordos a tu voz»
ENERO
Domingo 28
- Deut 18, 15–20
- Sal 94
- 1 Cor 7, 32–35
- Mc 1, 21–28
§ El Evangelio de este domingo nos narra el relato de curación de un poseso por un espíritu inmundo, que está enmarcado por el reconocimiento del tipo de autoridad de Jesús, distinta a la de los escribas. El espíritu inmundo reconoce y afirma uno de los títulos cristológicos de Jesús: que Él es el Santo de Dios.
§ Las acciones de Jesús en este relato se realizan dentro de la sinagoga, lugar de culto e instrucción para la comunidad judía. La enseñanza de Jesús es desde una autoridad distinta a la de los escribas, pues ella revela la identidad del Maestro. Él es el santo de Dios porque su ministerio va acompañado de obras que resultan en la salvación del ser humano. La autoridad le ha sido dada por Dios, quien ha colocado en su boca sus palabras.
§ Quien afirma que Jesús tiene autoridad también afirma que en Él se da el cumplimiento de las promesas. Por ello, la Carta a los Corintios clama que, más que alejarnos de las preocupaciones del mundo, busquemos que éstas no sean una distracción que nos impidan atender las palabras y acciones que el Señor ya realiza en nosotros.
La vida cristiana exige de una vida testimonial. Somos verdaderos creyentes católicos si nuestra cotidianidad va acompañada de las acciones que nuestra fe demanda. La experiencia de encuentro con el Dios de Jesús va unida a la praxis de los gestos y palabras del Maestro para nuestro mundo hoy.
