«¿Quién será grato a tus ojos, Señor?»
SEPTIEMBRE
Domingo 1
- Deut 4, 1–2. 6–8
- Sal 14
- Sant 1, 17–18. 21–22. 27
- Mc 7, 1–8. 14–15. 21–23
§ En el Deuteronomio, Moisés invita al pueblo a vivir con plenitud los preceptos que Yahvéh ha dado y prometido. En este sentido, Moisés cumple un papel importante en lo concerniente a las leyes, ya que él, en varias ocasiones, intercede por los israelitas ante Dios. Por tanto, el cumplimiento de la voluntad de Dios dependía de que pudieran vivir en la tierra prometida.
§ El apóstol Santiago pone el énfasis en nuestro nacimiento por la Palabra de Dios, y como toda fuente de bondad, proviene del Padre de las luces. Es decir, la luz que Dios nos da como hijos contrasta con la fuerza ciega del deseo del pecado. Por esta razón, hay que aceptar la palabra que ha sido sembrada en cada uno de nosotros al incorporarnos a la comunidad cristiana para, finalmente, poner en obras este precepto sin contentarse sólo con oír.
§ La controversia comienza con la crítica de los fariseos a los discípulos de Jesús porque éstos no realizaban el lavatorio ritual antes de comer. Por esta razón, Jesús explica que lo que realmente contamina al hombre es lo que sale del interior, pues del corazón salen las malas intenciones y el actuar con maldad, no lo que entra a nuestro estómago.
Ayúdanos, Señor, a examinar nuestro corazón para que podamos estar junto a ti en la misión que nos has encomendado, de manera que obremos con amor y misericordia.