José y María fueron una familia migrante, gracias a esta iniciativa nació Jesús en un humilde pesebre. Desde esas coordenadas emergió la esperanza de una noticia buena en el nacimiento del hijo de la luz.
La comunidad tsotsil de los altos de Chiapas pertenecientes al municipio de Mitontic ha encontrado en la migración pendular al mundo urbano un modo decente de encontrar vías económicas para solventar la vida. Migración pendular porque son familias que viajan unos meses al trabajo del comercio informal en la calle, y vuelven a su ombligo natal, donde la vinculación afectiva a la tierra, al bosque y a la comuna acontecen con suficiente dignidad.
Para las familias tsotsiles estos años de andar caminando y construyendo alternativas económicas ha sido un arduo movimiento, en el cual, en ocasiones la esperanza se esconde o es ahuyentada, y en otros instantes el Dios de la vida buena permea un flujo suave de calidez, confianza y cariño donde resplandece el afecto vital de su nacimiento. El nacimiento que acontece en medio de la noche, en el anonimato y sencillez de los márgenes.
Para el contexto tsotsil, en Chiapas ya no hay suficiente tierra y el trabajo en los grandes cafetales ya no son una posibilidad viable y digna. Qué alternativa se avizora en el horizonte, qué promesa de tierra buena mantiene su fertilidad: lo que queda es caminar con vehemencia y pedir posada como lo hicieron José y María en la temporada de su embarazo.
Como en tiempos de María y José también hay miedo y persecución. Los tsotsiles deambulan por ciudades del país en familia. Su trabajo en la calle junto a sus hijos e hijas es visible por las autoridades que ven con sospecha y con malos ojos su estancia en la ciudad. Intervienen, los buscan, van tras las infancias. Los separan de sus familiares y los internan en centros especializados, condenados, sin traductor, sin visibilidad. Quieren amedrentarles. No vengan más a esta ciudad, es su deseo. Son esos funcionarios del DIF, como Herodes que iba por los niños primogénitos para generar terror. Es el mismo método, separación familiar obligada, coaccionada, intimidación sin verdadera justicia.
Al final del camino María y José encontraron el pesebre, oculto, pequeño y rústico. Ahí nace la vida magnánima, desde el margen de la persecución, la osadía de romper el miedo haciéndose familia en movimiento. Es en la búsqueda sutil y persistente de un lugar cálido donde María da a luz y cobija al bebé. Así ocurre también hoy, las familias tsotsiles crean y reciben esperanza. Se mantienen en comunidad en las ciudades, en la clandestinidad, en medio de la persecución, rodeados de niños y niñas, rentan un cuartito sin ventanas, cocinan un humeante caldo de pollo y celebran la fertilidad y abundancia de la permanencia familiar. El niño nace en ese entorno, tiene cachetes grandes, sus ojos atónitos nos miran con ternura y serenidad. Su nacimiento revela el misterio de la esperanza que nos anima a abrir la puerta y cultivar la hospitalidad de estos pueblos caminantes.
Foto de portada: czuber_DEPOSITPHOTOS.
3 respuestas
El evangelio aplicado a la vida, la Palabra que toca la vida. Muchas gracias !!
Etraordinaria analogía…nos falta demasiado amor y caridad al prójimo por egoísmo primero buscamos nuestro bienestar y los demás «que se los lleve el chucho».
Oración:
Dios mío, gracias por haber enviado a tu Hijo Jesús a este mundo, gracias porque comprendo que tu amor infinito fue capaz de sacrificarse por mí para otorgarme una vida llena de *esperanza* acerca del porvenir, decido creer en tu amor y que será tu amor el que me llevará a un futuro de bienestar.
En Cristo Jesús, amén.
Qué bella narración! Que hermoso acontecimiento! Feliz día de la Epifanía del Señor.