«El canto más bello»

Hemos oído hablar tanto sobre el amor que, al ser un tema tan noble, corre el riesgo de perder su belleza y convertirse en algo desgastado y vulgar. El cine, la literatura y hoy las redes sociales han contribuido a difundir toda clase de comentarios y opiniones que, en vez de iluminar, siembran confusión por su calidad tan pobre. Lo sorprendente es encontrar en la Biblia, un escrito dedicado al amor humano, y que haya sido reconocido como inspirado por Dios, El cantar de los cantares.

«El Canto más bello» es una posible traducción de su título en hebreo. Un pequeño libro de apenas de mil 250 palabras en el texto original, con 117 versos dedicados a celebrar el amor humano. Sólo para ejemplificar su brevedad: el Evangelio de Marcos, el más breve de todos, tiene poco más de 11 mil palabras.

El cantar de los cantares se trata de un canto al amor,que puede resumirse en la frase: «Mi amado es mío y yo soy suya».En él no se habla de Dios, sino una sola vez, de un modo muy discreto, en 8,5–7, donde el nombre de «Yhwh» está escondido como sufijo de «llama»: «Saetas de fuego sus saetas, una llamarada de Yahvéh». Tampoco se habla de matrimonio como institución, ni de hijos. Los nombres de los protagonistas (Sulammit, la pacificada; Shalomò, el hombre de paz) evocan un simbolismo escondido: la pareja como lugar de paz. «Es el corazón de la biblioteca de la Biblia», dice el teólogo Enzo Bianchi.

Los rabinos, en el Concilio de Jamnia (año 90 después de Cristo), decidieron que se podía admitir entre los libros sagrados, decisión que no fue fácil ni espontánea, porque su acento erótico causaba incomodidad a los oídos de los hombres piadosos. En este Concilio, el famoso rabino Aquibá pronunció el elogio conocido: «El mundo entero no vale el día en el que el Cantar de los Cantares fue dado a Israel, porque todas las Escrituras son santas, pero el Cantar de los Cantares es el Santo de los Santos».

El libro fue admitido en el canon de las Escrituras hebreas, más que por su lectura alegórica, por su profunda dimensión sapiencial. Se trata de una instrucción poética sobre la belleza del amor de pareja, en una expresión de humanidad auténtica.

El Canto por excelencia esun poema notable por su riqueza simbólica, un itinerario por la alegría del amor, que parece ir transformando, conforme avanza, en jardín y primavera el panorama árido de la Palestina. Los personajes, Él y Ella, el hombre y la mujer, representan a la pareja eterna que aparece sobre la faz de la tierra, circundada por la ternura del Amor. El amor infinito de Dios se refleja en este amor humano que, para ser auténtico, se nutre de concreción, de humanidad, de pasión.

El Cantar se presenta como un poema de amor entre dos jóvenes amantes, que celebran y cantan su recíproco deseo y su amor. San Agustín decía: «El Cantar es un libro denso de misterios» (Discurso 46, 35).

Karl Barth, el máximo teólogo luterano del siglo XX, definía el Cantar como «la Magna Charta de la humanidad». Entre los Padres de la Iglesia el único que se atrevió a leer el Cantar como un simple canto del amor humano fue un maestro de la Escuela de Antioquía, Teodoro de Mopsuestia (350–428), pero su interpretación fue condenada por el II Concilio de Constantinopla (año 553).

En el centro del poema se encuentran dos jóvenes que expresan su amor con pasión e intimidad, con simplicidad, pureza y calor. Los símbolos del Cantar son inmediatamente perceptibles, por lo universal de la experiencia que viven y expresan.

Cualidad literaria

La primera realidad que impresiona es su lenguaje poético, de una riqueza extraordinaria. El tema central, que da unidad a toda la obra, es el amor, que se difunde en una riqueza de símbolos, referidos al cuerpo y a la belleza, a la creación con toda su abundancia fascinante. Para poder comprenderlo tenemos que entrar en la belleza de su poesía. El poeta no pretende narrar hechos, sino presentar estados de ánimo, emociones.

Para cantar el amor humano el poeta se sirve del lenguaje simbólico, sin tener que rebajarse a la vulgaridad de la pornografía. El Cantar, literariamente, es un poema de amor, para cantarse en ámbito nupcial.

En sus páginas se encuentran tratados los problemas universales del amor. Encontramos paralelos en cantos de amor del antiguo Egipto, como también en el wasf árabe (un canto compuesto para evocar la belleza del cuerpo femenino). Como novedad, el Cantar utiliza la forma dialógica y, de ese modo, adquiere un efecto dramático. Sin tener un nombre verdadero, los personajes representan a las parejas que «repiten el milagro del amor» en la historia, tal como lo describe Luis Alonso Schökel, S.J.

Interpretación

Para Orígenes de Alejandría, erudito, asceta y teólogo cristiano primitivo (nacido en el año 185 después de Cristo), el corazón del Cantar es «el amor del Verbo de Dios por la Iglesia», una lectura de fuerte preocupación pastoral y eclesial, que influyó por mucho tiempo en los comentarios cristianos. Tenemos comentarios de grandes autores, pero marcados por la interpretación alegórica: como los de Ambrosio de Milán, san Agustín, Guillermo de Saint–Tierry, san Bernardo, Teresa de Ávila, fray Luis de León y más.

La interpretación alegórica apareció en el ámbito judío ya en el siglo I después de Cristo. En el cristianismo, comenzó a estar presente hacia el siglo III. A la base de la lectura alegórica aparece una visión negativa de la sexualidad, un a priori que impide al lector abrirse al sentido más obvio del Cantar: el amor de pareja. Para comprender el Cantar es necesario insertarlo en el interior de un vasto contexto bíblico del que forma parte y, además, notar su carácter sapiencial y señalar su dimensión simbólica.

Así se comprende que el Cantar haya atravesado los siglos, interpretado como una aventura amorosa entre Dios e Israel. Tuvo que venir Sebastián Castelló, un autor protestante, a mediados del siglo XVI, que lo juzgó acertadamente como un «poema de amor, un poema erótico»; pero, con eso, la Reforma Protestante excluyó el libro de la Biblia. San Jerónimo decía que este libro deberían leerlo los cristianos de más de 60 años. Entonces los estudiosos empezaron a interrogarse si el autor del libro no tendría un mensaje sobre el amor que viven los seres humanos, no sobre el amor entre Dios y su pueblo, sino el amor entre un amante y su amada. Así, se abrió camino la interpretación, hoy vigente, que trata del amor que viven los humanos.

A pesar de todo, el Cantar fue acogido en el canon de las Escrituras hebreas no tanto por su lectura alegórica, sino por su profunda dimensión sapiencial. Se presenta como una instrucción poética acerca de la belleza del amor de pareja, cantado en su auténtica humanidad.

Las interpretaciones espiritualísticas griegas sostenían que el cuerpo es tumba del alma. Desgraciadamente, estas interpretaciones influyeron en ámbitos cristianos. Pero obviamente no alcanzan la altura de la visión optimista y llena de gozo del Cantar. En ningún otro libro bíblico encontramos una contemplación tan cuidadosa y aun cariñosa de la realidad del cuerpo, sus secretos y su misma apariencia. Bajo esta perspectiva, los dos enamorados se conocen recíprocamente, no sólo a través de la mente, sino también de la pasión, los sentidos, la acción y el gozo.

Para conocer más:

Alonso Schökel, S.J., “Cantico dei Cantici”, en AaVv., La Bibbia Parola di Dio scritta per noi, Marietti, Turín, 1980, vol. 2.


Imagen de portada: Hna Carolina BR-Cathopic

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