Octubre – Noviembre – Diciembre 2021
Terminamos un 2021 en medio de grandes cambios, desde los que ocurrieron a nivel global hasta los que tuvimos en nuestra esfera personal. Fue un año marcado por las secuelas del covid, la aparición de la tercera ola de contagios, la llegada de la vacuna y un retorno gradual a algunas actividades.
Sin embargo, aunque aún vivimos en medio de la incertidumbre, tenemos todavía motivos de esperanza. En mayo de este año, Arturo Sosa, S.J., Padre General de la Compañía de Jesús, inauguró el Año Ignaciano, para conmemorar los 500 años de la conversión de san Ignacio, un tiempo de reflexión que puede ser perfectamente insertado en nuestras circunstancias actuales.
Como Ignacio, hemos transitado por un tiempo de confinamiento, la pandemia nos redujo al mundo de la virtualidad y nos separó de todo aquello a lo que estábamos acostumbrados a tener y a hacer, a vivir cotidianamente. Detuvimos varios proyectos y algunos de nuestros planes para el futuro fueron inutilizados. En su momento, un Ignacio herido en la pierna se encontró, como muchos de nosotros, imposibilitado ante una realidad que lo acotaba.
Sin embargo, ese largo proceso abrió una ventana para que saliera al encuentro de un horizonte diferente, de una Luz que se desplegó inmensa ante la adversidad. Dios se hizo presente —nos recuerda el papa Francisco— para enseñarle «otro sueño». La conversión que celebramos tiene que ver con esta Luz, con una nueva forma de mirar su contexto, descubierto más allá de la herida de Pamplona y más allá, incluso, de su propia vulnerabilidad. El santo se levantó de la cama con un nuevo deseo: servir a Dios, y a partir de esto encontrar un nuevo sentido a su vida.
En este número nos unimos a toda la familia ignaciana, laicos y laicas, jesuitas y otras congregaciones que siguen esta espiritualidad, para celebrar el nuevo sueño que Dios entregó a Ignacio y para encontrar, como él, otros caminos de servicio y comunión con los demás.
Agradecemos a todos nuestros lectores y colaboradores el apoyo que han dado a la revista y deseamos que en el año 2022 podamos juntos, como Ignacio, «ver todas las cosas nuevas en Cristo».
Fraternalmente
El equipo editorial de Christus