El próximo 24 de agosto, en un majestuoso hotel de Polanco, en la Ciudad de México, tendrá lugar la versión mexicana del foro de las extremas derechas, aquellas aglutinadas en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), que es una iniciativa política organizada desde la década de 1970 por la Unión Conservadora de Estados Unidos. Su lema es “defendiendo la libertad en las Américas”. La reunión como tal en México tiene por título: “La evolución del pensamiento y la política”.
Es un tema lo bastante genérico como para que todo personaje invitado a hacer uso de la palabra pueda tener su espacio y lanzar invectivas en contra del gobierno mexicano, del comunismo, del castrochavismo, del Estado, de los “liberticidas” o de lo que ellos creen que es “el populismo”, eterno pero indefinido “fantasma latinoamericano”. El populismo es el villano útil para imponer narrativas simplonas y descalificar cualquier política no grata al gran capital y a las élites nacionales aspiracionistas, que antiguamente conocíamos como “lumpen-burguesías” en Latinoamérica.
Costo del boleto general, 4,500 pesos. Boleto VIP con cena, 6,300 pesos. No hay remates ni descuentos, por si las dudas.
La Conferencia y este grupo de presión, ya globalizados, cuentan con al apoyo, entre otros actores, de la histórica revista conservadora Human Events, de la ultralibertaria Young America’s Foundation, de la afamada (y sanguinaria) Asociación Nacional del Rifle, del magnate expresidente Donald Trump mismo, así como de sus colaboradores cercanos, como el neofascista Steve Bannon y el otrora vicepresidente Mike Pence.
A nivel internacional han participado cómoda y orgullosamente en sus actividades, recién este año, Santiago Abascal, líder del partido español neofranquista Vox, el exmandatario brasileño Jair “Messias” Bolsonaro, el “manodurista” presidente salvadoreño Nayib Bukele y su par argentino, el villano anarcocapitalista, Javier Milei. Éste último iba a ser invitado estelar, pero canceló su participación de último minuto, no obstante ya había suscitado polémicas en México por su ríspida relación con López Obrador.
Desde que es presidente de la nación austral, Milei se ha recortado la función internacional de speaker autorizado del capitalismo rapaz y necropolítico. Es un viajero en huida constante del desastre que tiene en casa, pues ha realizado por lo menos 14 salidas del país en los últimos 9 meses, y funge como un troll híbrido, físico y virtual a la vez, en su interacción con mandatarios de izquierda y, particularmente, con el presidente mexicano. Por ello, ha sido objeto de varias mañaneras y, en esta ocasión, de una expresión de AMLO acerca de la “no coincidencia” con “su manera de pensar y su forma de ser”, que es lo mínimo diplomático y políticamente correcto que pudiera decirse, tratándose de Milei. Sigue siendo presidente de un país, de todos modos, y se han de guardar ciertas formas.
En la página X de la Conferencia CPAC los panelistas son presentados como “freedom fighters” o luchadores por la libertad, y como estamos hablando de puras libertades individuales de los más ricos y pudientes y de libertades del mercado y para los negocios, el lema y las imágenes tipo superhéroes suenan tendencialmente ridículas.
En el menú del encuentro con cena VIP, uno de los tremendos invitados, por ejemplo, es el político rumano George Simion, líder presidenciable del partido Alianza para la Unión de los Rumanos, simpatizante antivacunas, putiniano y trumpiano a la vez, iliberal y “patriota” ultraderechista, y, por fin, irredentista, en el sentido de que quiere anexar a Rumania la República de Moldavia, en donde ya fue declarado persona no grata. Sin embargo, el tweet de promoción del evento así lo pinta, discretamente: “¡Rumania presente! En la CPAC México 2024 nos acompañarán exponentes de talla internacional. ¡George Simion ha confirmado! Político conservador. Fundador y presidente del partido AUR. George Simion aspirará a la presidencia de su país este año”.
Entre las mujeres, reporta la red X, “Sara Huff es brasileña y fue la feminista más importante de ese país. Después de pasar por la experiencia traumática del aborto, se convirtió al catolicismo y hoy es madre esposa y se dedica luchar contra movimiento feminista”.
Desde el púlpito de la ignorancia y la mala fe, legitimada por su “experiencia personal”, la Huff afirma que “El objetivo del feminismo es destruir la naturaleza de la mujer” y es frecuentadora de paneles y conversatorios en donde explica a “los padres de familia” la manera como “sacar a su hija del feminismo”. Ex coordinadora de políticas de maternidad del Ministerio de la Mujer durante el mandato de Jair Bolsonaro, Huff es parte del santorral de fachos, postmonárquicos y neolibertarios que giran en torno a estos eventos que cuentan en México con una cuota fija de fans que pretenden expandirse.
Tomaría mucho espacio comentar aquí acerca de la secuencia de los perfiles inquietantes que se presentarán en el foro del 24 de agosto con el fin de reanimar a la corriente necroliberal mexicana, derrotada en las urnas el 2 de junio, junto con el resto de las fuerzas conservadoras, y representada por la senadora Lilly Téllez, el actor Eduardo Verástegui y el magnate Ricardo Salinas Pliego, entre las figuras más visibles. Si por el momento no parece haber un gran espacio de maniobra política en México para esta opción, los recursos internos y externos de poder de los que dispone, así como el descarrilamiento de otros proyectos en la oposición y los embates del proyecto reformista actual, son factores de riesgo a tener en cuenta en el mediano plazo. Y que buscarían empoderar al futuro “Milei mexicano”, sea quien sea, hombre o mujer, quien podría surgir de las filas de viejos o jóvenes yunquistas, sectores antidemocráticos que se venden como liberales, o bien, de potentados unidos contra “un enemigo común” como la 4T, la izquierda de gobierno o el progresismo como tal.
Foto de portada: Depositphotos.
La versión original de este texto se publicó en PopLab, reproducimos el contenido con autorización del autor.