El avasallador triunfo de Nayib Bukele como presidente, en segundo periodo, de El Salvador levanta algunas reflexiones que vale la pena considerar.
1. No resulta extraño que haya ganado las elecciones tanto como el hecho de que haya sido con el 82.6% de votos a favor. Su éxito más contundente fue, sin duda, el combate frontal y enérgico a las pandillas que mantenían aterrorizada a la población y al país con altísimos índices de criminalidad; sin embargo, ganó más el fin y se olvidaron de los medios. Lo que es verdaderamente sorprendente es que la gente de El Salvador haya votado por un presidente que ha usado medios por encima de la ley para lograr su objetivo y ganar popularidad.
La historia de El Salvador es particularmente una de donde aún sale sangre de sus heridas. La década de los años setenta y ochenta marcaron, o debieron haber marcado, un antes y un después en los ciudadanos. Las desapariciones forzadas, las violaciones sistemáticas a los derechos humanos, las torturas, las muertes de civiles, las persecuciones, el terror provocado por la guerra desatada entre la guerrilla y el ejército salvadoreño dieron testimonio suficiente de que la violencia no es el camino y que cobra muchas vidas inocentes. Entonces, El Salvador lloró, hoy parece olvida que lo hizo.
Bukele ha combatido el crimen, sí, en efecto, pero a costa de incriminar jóvenes inocentes, de sustraer de sus hogares y de sus familias a todo aquel que, sólo por su apariencia, era considerado como perteneciente a un grupo de pandillas criminales. Sus medios han sido no sólo ilegales sino crueles y discriminatorios.
Lo que antes era motivo de combate a las autoridades que usaban los mismos medios, hoy lo es de votos a favor en las urnas electorales. Se han olvidado el dolor y la desesperación, la tristeza y la rabia que otrora causaron indignación y lucha.
Ningún fin ni resultado, por loable y plausible que parezca, se justifica cuando una madre llora la detención arbitraria de su hijo y cuando a un joven se le niega su derecho a la legítima defensa. Ninguna justicia es tal cuando, para lograrla, se cometen injusticias.
2. Por años se ha intentado que los países latinoamericanos se vuelvan «colonias» de Estados Unidos, ésa fue la intención cuando se establecieron dictaduras militares en países como Guatemala, Argentina, Nicaragua, etc., durante los años de la así llamada «Guerra Fría», cuando el miedo por la posible instauración de células comunistas en territorio latinoamericano motivaba a combatir cualquier conato de revolución, lo fuera en verdad o no, y para hacerlo se recurría a las formas más atroces y desventuradas. Los costos de estas guerras fueron muchos en términos humanos y económicos, lo que ha sumido a muchos de estos países en altos índices de pobreza.
Aunque un poco reduccionista, puedo afirmar que este intento de colonizar Latinoamérica se ha mantenido hasta nuestros días y que, aunque con formas ligeramente más refinadas y bajo el amparo de la legitimidad democrática sigue presente de modo fantasmal en nuestros países.
Nayib Bukele ha sido un gran impulsor de la apertura de la economía de mercado capitalista, las inversiones de grandes empresas estadounidenses son notorias en San Salvador: de las cafeterías locales a los Starbucks, de las pupuserías a los MacDonald’s, de las hosterías a los hoteles Presidente Intercontinental, de los cantones a las mansiones.
San Salvador ha crecido su economía y, si antes atraía un gran turismo, casualmente en su mayoría norteamericano curioso por conocer la famosa historia de la guerrilla, hoy sus atractivos turísticos lo son porque les resultan amigables a los turistas que antes buscaban la verdad y una especie de muestra de empatía y solidaridad con el pueblo salvadoreño sufriente y hoy persiguen el shopping y el folklore que Latinoamérica ofrece a los cinco sentidos.
Los tiempos cambian y es necesario adaptarse, pero lo que no se puede hacer es olvidarse de la historia, en especial de la propia. El saldo del primer mandato de Bukele es positivo para muchos y lo será, sin duda, este segundo periodo mientras que, para otros seguirá siendo un tiempo en el que llorarán a sus seres queridos que no saben cuándo y ni siquiera si un día lograrán salir libres y vivir en paz sin ser perseguidos ni acusados injustificadamente.
Imagen de portada: Deposiphotos
Un comentario
Gracias por tu texto Marieli. Como tú yo veo más bien sombras en el triunfo de Bukele. Lo que ha hecho, más allá de ser ilegal (que lo es), es muy injusto; se ha ensañado con los vulnerables solo por su aspecto. La crueldad aumenta en toda América.
Por otro lado, la verdad no creo que Estados Unidos quiera colonizar Latinoamérica. Lo que sí es notable es que millones de Latinoamericanos quieren vivir en Estados Unidos, y que las propuestas socialistas renovadas a la Venezuela o Cuba son un enorme fracaso y una tragedia humana y social inmensa.