«Ten piedad de nosotros, ten piedad»
JULIO
Domingo 7
- Ez 2, 2–5
- Sal 122
- 2 Cor 12, 7–10
- Mc 6, 1–6
§ En la primera lectura el profeta Ezequiel es enviado por Dios a los israelitas, pero el corazón obstinado de su pueblo deja en evidencia su incapacidad de reconocer un profeta en medio de ellos. Es decir, los israelitas se resisten a menudo a su Señor.
§ Ahora bien, cuando Pablo se dirige a los corintios hace hincapié en no gloriarse por la revelación dada por el Señor. En cambio, se complace en su fragilidad y flaqueza a causa del seguimiento a Cristo, las cuales dejan al descubierto su fuerza y lo importante de ponerse en las manos de Dios.
§ Marcos señala también cómo, a pesar de que los nazarenos se maravillaban de Jesús, de su sabiduría y la fama de sus milagros, no lo reconocían como profeta en su propia tierra por la incredulidad de sus paisanos. Por tanto, de ahora en adelante, Jesús se enfocará en preparar a sus discípulos y explicarles su enseñanza.
La visita de Jesús a su tierra muestra la incredulidad de sus propios paisanos, que no lo reconocen como profeta. Que Dios nos dé la gracia de distinguir su obra en lo cotidiano de nuestra vida para así conocer y amar a Jesús.