Evangelio del domingo 8 de septiembre

«Alaba, alma mía, al Señor»

SEPTIEMBRE

Domingo 8

  • Is 35, 4–7
  • Sal 145
  • Sant 2, 1–5
  • Mc 7, 31–37

§ El profeta Isaías anuncia la promesa de una Nueva Jerusalén y el regreso del pueblo de Israel a Sión. La alegría y el júbilo dejan al descubierto la esperanza de un Dios que salva: los ojos de los ciegos se despegarán y las orejas de los sordos se abrirán. Es decir, el nuevo comienzo se asoma y será llevado a plenitud por Jesús. 

§ El apóstol Santiago explica la importancia de los pobres en la Iglesia, ya que son ricos en la fe porque el Padre los ama con amor de predilección. Por ende, la invitación que hace Dios es que todos los que nos decimos creyentes debemos de superar  esas ideas de rango o categoría social que desvirtúa el Evangelio.

§ El reino de Dios está presente en las acciones de Jesús. Como parte de las jornadas de trabajo, Jesús cura a un hombre que es incapaz de oír y hablar correctamente. Él, con los ojos al cielo, ora al Padre y suspira; es decir, siente compasión por aquel hombre. Jesús manda que no lo cuente, Él es más que un sanador.

Enséñanos, Señor, a acercarnos a Ti para ser tocados por tus manos benditas, y que nuestra boca te alabe y te bendiga por tus maravillas.

Ilustración: ©Tzitzi Santillán
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