Queridos hermanos y hermanas: «El Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo” (Mt, 2,13).
A manera de homenaje, queremos presentar varios fragmentos de textos del recientemente fallecido Benedicto XVI. Incluimos también un breve comentario de Francisco sobre su antecesor. Ambos papas tienen en común el énfasis que cada uno ha puesto en el amor y la caridad como las fuerzas impulsoras de todos los seres humanos.
La secularización, que desde hace tiempo ha transformado el estilo de vida de las mujeres y de los hombres de hoy, ha dejado a Dios casi en el trasfondo, como desaparecido del horizonte. Pareciera que su Palabra ya no es una brújula de orientación para la vida, para las opciones fundamentales, para las relaciones humanas y sociales. Pero debemos hacer una aclaración: cuando observamos la cultura en la que estamos inmers
«(…) En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años», Papa Francisco.
«Predicar el Evangelio (cfr. Mc 16, 15; Mt 10, 7-8), esta es la tarea que el Señor Jesús encomendó a sus discípulos. Este mandato constituye “el primer servicio que la Iglesia puede prestar a cada hombre y a toda la humanidad en el mundo de hoy”. A esto fue llamada: a anunciar el Evangelio del Hijo de Dios,
La Iglesia necesita que todos seamos profetas, es decir, hombres de esperanza, siempre directos y nunca débiles, capaces de decir al pueblo palabras fuertes cuando hay que decirlas y de llorar juntos si es necesario.
A Nuestro alrededor, pero a veces también en nuestro interior, encontramos realidades de muerte: física, espiritual, emotiva, social. ¿Nos damos cuenta o simplemente sufrimos las consecuencias de ello? ¿Hay algo que podamos hacer para volver a dar vida?».
«Espero que todos los que se inspiran en Ignacio y en la espiritualidad ignaciana puedan vivir realmente este año como una experiencia de conversión».
Fragmentos de la encíclica Laudato Si’ sobre el cuidado de la Casa Común.