Alejandro Cancino, S.J.
Esta sección que abarca las lecturas dominicales de octubre a diciembre de 2021, nos ofrece algunos puntos para orar y reflexionar estas lecturas y para sentir y gustar internamente la invitación que Dios nos hace en su Palabra para colaborar con su Reino hoy.
OCTUBRE
Domingo 3
XXVII del Tiempo Ordinario
«Si el Señor no construye la casa,
en vano trabajan los albañiles».
- Gén 2, 18-24
- Sal 127
- Heb 2, 8-11
- Mc 10, 2-16
El relato del Génesis narra cómo Yahvé formó todos los animales del campo y las aves del cielo, y el hombre les puso nombre. Yahvé formó a la mujer para que el hombre no estuviera solo, ambos son creaturas del Señor.
El Señor es el autor de la vida y de quien provienen todos los bienes; por tanto, Dios nos envió a su Hijo para salvarnos.
Jesús reafirma la igualdad entre el hombre y la mujer. Además, el amor es el fundamento de toda unión matrimonial, por esto Jesús insiste en la fidelidad al pacto de amor.
Creer que Dios Padre es creador del universo, del mundo y de todas las creaturas es un principio elemental de nuestra fe; esta es la base de la igualdad de todos los seres humanos, fundamento de la fraternidad, y a final de cuentas, es el soporte de nuestro actuar como cristianos.
En la misma línea, el Principio y Fundamento de los Ejercicios Espirituales (EE), de Ignacio de Loyola, precisa que «el hombre es creado […] para servir a Dios nuestro Señor» (23).
En la actualidad, nosotros tendemos a olvidar que somos creaturas cuando relegamos a Dios de nuestra vida y de nuestras decisiones; en ese sentido, el salmo subraya que en vano hacemos las cosas, cuando las hacemos sólo por hacerlas, pues es el Señor quien nos da la vida y la posibilidad de hacer todo lo que hacemos.
En cuanto a la interpretación de la ley de Moisés sobre el divorcio, Jesús responde a los fariseos afirmando la igualdad absoluta entre el hombre y la mujer. Jesús también insiste en no olvidar la fidelidad al pacto de amor, porque el amor es una tarea, no sólo un don.
Domingo 10
XXVIII del Tiempo Ordinario
«Sácianos, Señor, de tu misericordia».
- Sab 7, 7-11
- Sal 89
- Heb 4, 12-13
- Mc 10, 17-30
El don de la sabiduría, plasmada en este libro ofrece una gran luz para la vida humana completa.
La palabra de Dios es viva y eficaz, discierne sentimientos y pensamientos del corazón. Por ello es importante mantenernos firmes en la confesión de fe: Jesús, el Hijo de Dios, es el sacerdote excelente que entró en el cielo.
El Principio y Fundamento enuncia la necesidad a ser libres ante todo lo creado (EE, 23). La invitación hecha con cariño de Jesús al joven rico, nos plantea esta pregunta: ¿cuáles son nuestros afectos desordenados? o ¿cuáles son nuestros apegos?
En el Evangelio vemos al joven que se retira triste porque tenía muchos bienes, pues creía que sólo bastaba cumplir la ley para alcanzar la vida eterna. Sin embargo, Jesús le cambia la perspectiva, pues lo hace voltear a mirar a los pobres, nuestros hermanos.
Si la propuesta del Reino de Dios presentada por Jesús no toca nuestro corazón, es decir lo más profundo del sentido de la vida y que nos lleva a acciones concretas, tendremos dificultad para ser cristianos a la manera evangélica, pero si la palabra de Dios nos permite reconocer nuestros apegos y/o desórdenes, entonces nos abrirá la posibilidad de convertirnos al Señor o de ser transformados por Él. Esta oportunidad se le cerró al joven rico, pero para nosotros sigue la pregunta: ¿cómo queremos responder a la invitación de Jesús?
* Textos bíblicos y comentarios tomados de La Biblia de nuestro pueblo (trad. Luis Alonso Schökel) y de los complementos al comentario bíblico basados en el Nuevo Testamento, Biblia de la Iglesia en América.
Domingo 17
XXIX del Tiempo Ordinario
«Alégrense en el Señor, regocíjense los justos, canten jubilosos los rectos de corazón».
- Is 53, 10-11
- Sal 32
- Heb 4, 14-16
- Mc 10, 35-45
El profeta Isaías atestigua que, con sus cicatrices, el Siervo de Yahvé nos ha curado; otra manera de decirlo es que el inocente ha rehabilitado a todos al cargar con nuestros pecados.
La Carta a los Hebreos nos recuerda que Jesús, sumo sacerdote, es sensible a nuestra debilidad; para que nos acerquemos confiado para obtener así obtener su misericordia.
Los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, piden a Jesús un lugar especial con él en su gloria, pero Jesús contesta que eso le corresponde decidirlo al Padre. Los otros discípulos se molestan ante tal petición y Jesús los reúne para decirles que el Hijo del Hombre no vino a ser servido sino a servir.
El considerar que los seres humanos fuimos creados, parafraseando a san Ignacio, para servir a Dios (EE, 23) puede reconfigurar los parámetros que nos orientan en la vida, tal y como Jesús lo enseña a sus discípulos.
El evangelista Marcos muestra a dos de ellos preocupados por tener un lugar especial. Este pasaje, que se encuentra justo después del anuncio de la pasión de Jesús, nos recuerda que servir a Dios implicará rechazo y dificultades por parte de las dinámicas del mundo, algo contrario a gozar de privilegios o de «lugares especiales».
Por otro lado, Jesús enfatiza que la misión de los discípulos es el servicio, que es contrario a la tiranía de los gobernantes y al abuso de poder. En ese sentido, el hijo de Dios conoce nuestras debilidades y permite que las nombremos, pero no para juzgarlas, sino para re-direccionarlas y ofrecernos la posibilidad de cambiar; todo esto, a partir de nuestra confianza absoluta en la misericordia de Dios, como dice la Carta a los Hebreos.
Domingo 24
Domingo Mundial de las Misiones
«Señor, favorece a los buenos, a los rectos de corazón».
- Jer 31, 7-9
- Sal 125
- 1 Tim 2, 1-8
- Mc 10, 46-52
El profeta Jeremías anuncia el retorno de los israelitas a su tierra, lo que será motivo de gran consuelo, entonces el pueblo será reunido desde los rincones del mundo y andará por un camino llano y sin tropiezos.
La primera carta pastoral a Timoteo busca proporcionar normas y consejos para que la comunidad cristiana camine rectamente. En esta ocasión, la carta confirma que Dios es solamente uno y quiere que todos los hombres se salven, además anuncia a Cristo Jesús como el único mediador entre Dios y el hombre.
El ciego de Jericó clama a Jesús y él responde que su fe lo ha sanado.
El pasaje de la curación del ciego de Jericó está en relación con el texto de los hijos de Zebedeo, quienes piden estar sentados a la derecha e izquierda de Jesús.
En la Biblia, la ceguera se identifica con la falta de comprensión de los planes de Dios por deficiencia de luz interior (Ef 1, 18). Esta ceguera se manifiesta en los discípulos cuando piden un lugar especial, como escuchamos el domingo pasado. Jesús preguntó tanto a los discípulos como al ciego: ¿Qué quieres que haga?
Las respuestas son contrastantes en los dos relatos, mientras los apóstoles pidieron un privilegio; el ciego, un marginado, pidió ver.
El ciego al ser llamado para acercarse a Jesús, dio un salto y arrojó su manto; enseguida Jesús lo curó y el hombre lo siguió por el camino. Sin embargo, los discípulos, que caminaban al lado de Jesús, no comprendían que beberían del mismo cáliz. Es importante notar que Jesús, ante el grito del ciego, escucha, se detiene y lo manda llamar para preguntarle ¿qué quieres? Hoy Jesús nos hace la misma pregunta: ¿Qué quieres que haga por ti?
Domingo 31
XXXI del Tiempo Ordinario
«Confío en tu benevolencia, mi corazón se alegra por tu ayuda».
- Deut 6, 2-6
- Sal 17
- Heb 7, 23-28
- Mc 12, 28-34
El Deuteronomio destaca el gran mandato del amor a Dios que ayudará como guía para modelar toda la vida del pueblo de Israel; por ello aconseja guardar en la memoria las experiencias del amor a Dios y del amor de Dios.
En la segunda lectura de la Carta a los Hebreos se afirma que el sacerdocio de Jesús nunca pasa; él vive siempre para interceder por todos, esto renueva nuestra esperanza.
Un maestro de la ley le preguntó a Jesús por el mandamiento más importante. Jesús respondió: Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas. Y el segundo es: amarás al prójimo como a ti mismo.
Cuando el maestro de la ley le pregunta a Jesús cuál es el mandamiento más importante, Jesús le responde: «Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente […] y amarás al prójimo como a ti mismo».
En este sentido, al final de los EE (230), san Ignacio escribe una frase importante: «el amor se debe poner más en las obras que en las palabras».
Más adelante, pide al Señor «conocimiento interno de tanto bien recibido, para que reconociéndolo yo enteramente, pueda en todo amar y servir a su divina majestad» (EE, 233).
En el momento en que nos damos cuenta de cuántos bienes recibimos de nuestro Padre experimentamos, por un lado, un sentimiento de pequeñez y fragilidad; y por otro, aparece el deseo de corresponder a Dios por esos bienes, sirviendo a los demás y colaborando con su Reino. El papa Francisco en la encíclica Fratelli tutti nos lo dice con otras palabras: «En el Nuevo Testamento resuena con fuerza el llamado al amor fraterno» (61).
NOVIEMBRE
Domingo 7
XXXII del Tiempo Ordinario
«Grande es el Señor, muy digno de alabanza, su grandeza es insondable».
- 1 Re 17, 10-16
- Sal 145
- Heb 9, 24-28
- Mc 12, 38-44
El mensaje del libro de los Reyes se podría resumir en dos palabras: conversión y esperanza. El profeta Elías anuncia a la viuda de Sarepta: «El cántaro de harina no se vaciará, la aceitera de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra».
La exhortación a los hebreos realiza conexiones entre el Antiguo Testamento y la nueva realidad cristiana. En esta parte recuerda que Cristo se ofreció de una vez por todas para quitar los pecados de todos.
Jesús critica el comportamiento de los maestros de la ley, quienes buscaban los primeros asientos en las sinagogas y los mejores puestos en los banquetes. Después de esta advertencia, se da cuenta del sencillo gesto de la viuda que hace su ofrenda en el templo.
En el contexto judío los maestros de la ley eran respetados y apreciados por el pueblo; sin embargo, Jesús advirtió que se tuviera cuidado de ellos, ya que se aprovechaban de la fe de la gente para su beneficio personal.
A continuación, el evangelio narra que Jesús, al observar a quienes depositaban su limosna en el templo, mira a una viuda que ofrecía unas moneditas de poco valor.
Este gesto tan sencillo nos enseña que la viuda no da lo que le sobra, sino que pone en manos de Dios todo lo que posee, muy al contrario de los ricos, quienes a pesar de dar grandes ofrendas, tienen la seguridad puesta en su riqueza.
En el Antiguo Testamento vemos también a otra viuda quien pone a disposición del profeta Elías todo su haber, ya que ella posee una esperanza más allá de los límites de su pobreza; así, esta mujer también nos enseña que la solidaridad total, nacida de una fe profunda, es capaz de transformar toda adversidad por difícil que parezca.
Domingo 14
XXXIII del Tiempo Ordinario
«Señor, ¿quién se hospedará en tu tienda».
- Dn 12, 1-3
- Sal 15
- Heb 10, 11-14. 18
El libro del profeta Daniel pertenece al género apocalíptico, heredero de la profecía que trae un mensaje de esperanza en los momentos de crisis. En este pasaje, el profeta pregona que el pueblo del Señor será salvado y quienes «se conviertan a los demás, resplandecerán como estrellas, perpetuamente».
Pablo, en su Carta a los Hebreos, confirma que con el sacrificio de Cristo, Dios ha renovado su alianza.
Jesús nos anima a estar atentos porque nadie sabe el día ni la hora de la venida del Hijo del hombre, al final de los tiempos. El día sólo lo conoce el Padre y por ello nos invita a estar atentos y despiertos.
La conmoción cósmica es una característica de la profecía para introducir las grandes intervenciones de Dios y dar un viraje a la historia.
La liturgia de hoy nos prepara para la próxima fiesta de Jesucristo Rey del Universo.
El anuncio del final de los tiempos puede suscitar miedo, pero lo importante no es vivir con miedo ante este anuncio, sino aprender a discernir los signos del tiempo que nos toca vivir, por eso Jesús nos anima a estar atentos y despiertos.
Dicho de otra manera, Jesús nos invita aprender a leer la voluntad de Dios en todos los momentos de nuestra vida y a estar vigilantes para asumir responsable y creativamente la colaboración con el Reino de Dios.
Pero, no estamos solos en este camino, Jesús está vivo en medio de nosotros, mientras esperamos su manifestación gloriosa. En lo que esto sucede, estamos llamados a convertirnos para poder «resplandecer como las estrellas»; por eso hoy se nos recuerda que el Señor ha renovado su alianza con la humanidad para siempre.
Él ha inscrito su ley en nuestro corazón, esta es una excelente base para la confianza en Dios, la confianza en nosotros, en los otros y en la Creación.
Domingo 21
Fiesta solemne de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo
«¡Qué magníficas son tus obras Señor! ¡Qué insondables tus pensamientos!».
- Dn 7, 13-14
- Sal 92
- Apoc 1, 5-8
- Jn 18, 33-37
La primera visión del profeta Daniel menciona al «Hijo del hombre», a quien se le entrega todo el poder y el dominio; el Nuevo Testamento lo identificará con Jesús, proclamado como Mesías.
El libro del Apocalipsis se traduce como el libro de la Revelación, en él, su autor busca afianzar y levantar la fe de sus lectores mostrando cómo Dios está a cargo de toda la historia. Y como un mensaje a todas las Iglesias afirma en primer lugar que Jesucristo es el primogénito, el Señor de los reyes del mundo.
En el evangelio de Juan, Jesús responde a Pilato: que Él es rey, que para eso ha nacido, y para eso ha venido al mundo, «para dar testimonio de la verdad», aunque su poder y reinado no son como los del mundo.
En la fiesta de Jesucristo Rey, dos meditaciones de los EE nos pueden iluminar: El llamamiento del rey temporal que ayuda contemplar la vida del Rey Eternal, Jesucristo.
En esta parte se pide al Señor la gracia de no ser sordo al llamado que me hace Jesús «sino presto y diligente» para cumplir su voluntad (EE, 91).
La otra meditación, la de las Dos Banderas, en donde Jesucristo es el sumo capitán, se pide conocimiento de la vida verdadera que nos muestra Jesús y tambièn la «gracia para imitarle» (EE, 138).
En ambas meditaciones, Jesús llama a personas, discípulos y otros, y los envía por todo el mundo para esparcir la Buena Noticia (EE, 145).
Hoy recordamos que Jesús nos llama por nuestro nombre, con nuestra historia y con nuestras cualidades para colaborar con su reinado; pero, cabe preguntarnos si nosotros somos capaces de escuchar su voz o si somos sordos. ¿Tenemos afinada la sensibilidad de nuestra fe y del corazón para escuchar su voz? o más bien estamos en sintonía con otro tipo de voces que circundan en el «mundo» y que no nos llevan a Él.
Domingo 28
1er domingo de Adviento
«Descúbrenos, Señor, tus caminos».
- Jer 33, 14-16
- Sal 24
- 1 Tes 3, 12–4, 2
- Lc 21, 25-28. 34-36
Jeremías anuncia la restauración de la casa de Israel y de Judá; de este modo, el profeta destaca la fidelidad de Dios. El Señor cumplirá su alianza al restituir la descendencia davídica.
Pablo anima a la comunidad de Tesalónica para que el Padre y el Señor Jesús los haga crecer en el amor mutuo y universal, fortalecidos en el corazón y mediante las obras manifestadas en la vida.
Las señales presentadas en el Evangelio, nos ayudan a diferenciar la primera manifestación de Jesús y su encarnación con lo que será su segunda venida como Amo y Señor del tiempo, de la historia y de mundo, un evento para el cual hay que estar preparados.
Durante el adviento se prepara el corazón para celebrar la Natividad del Señor. ¿Cómo se hace esto?
El corazón se prepara cuando está centrado en lo que realmente vale la pena, es decir cuando está puesto en lo primordial o cuando reconocemos lo valioso y profundo de la vida que quiere Dios para nosotros.
Cuando no estamos así, estamos adormecidos por otras cosas que nos distraen o que de entrada nos seducen, pero que luego dejan turbio el corazón y la mirada.
Es por eso que Jesús hoy nos invita a estar atentos y a no dejarnos aturdir con el vicio, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, ya que nos distraen de lo que es verdaderamente importante.
Al advertirnos esto, Jesús desea que estemos despiertos para poder vivir la vida en Dios y para que nada ni nadie nos engañen con otras propuestas. Pablo, el apóstol expresa lo mismo cuando dice que el mejor modo de preparar el camino para la venida del Señor es crecer en el amor mutuo y multiplicarlo para todos, así estaremos preparados en todo momento.
DICIEMBRE
Domingo 5
2do domingo de Adviento
«Grandes cosas has hecho por nosotros, Señor».
- Bar 5, 1-9
- Sal 125 lp 1, 4-6. 8-11
- Lc 3, 1-6
El profeta Baruc se dirige a la comunidad judía formada tanto por quienes permanecen en el destierro, como por los habitantes de Jerusalén. A ellos les proclama: «Dios guiará a Israel con alegría a la luz de su gloria, con justicia y su misericordia» y de este modo anuncia la restauración futura.
El motivo de alegría de esta carta de Pablo es que los filipenses no sólo aceptaron el evangelio, sino que han contribuido en su propagación. Además, sus palabras muestran que la amistad es un aspecto importante para la transmisión de la Buena Noticia, según el ejemplo de Jesús, «a ustedes los he llamado amigos» (Juan 15, 15).
Juan el Bautista prepara el camino al Señor y predica el bautismo de arrepentimiento. El bautista invita a preparar un camino allanado para recibir al enviado definitivo de Dios que nos trae la salvación.
Ante la llegada del Mesías, Juan el Bautista predica el bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados. De esta manera, el último de los profetas anuncia que Dios ofrece una oportunidad para convertir el corazón. No hay que olvidar que esta conversión tiene como parámetros la justicia y la misericordia de Dios, anunciadas por Baruc, y que la señal es la alegría experimentada en el pueblo.
Por lo tanto, allanar el camino es dejar entrar al Mesías en nuestra vida, pero como fruto de la conversión personal y social que nos dispone interiormente. Así descubriremos que el arrepentimiento es una ventana que nos abre al perdón y a la reconciliación, pues está en relación con aquello que nos libera de las ataduras y nos hace permeables al amor de Dios.
En este segundo domingo de adviento disponernos para celebrar el nacimiento del Hijo de Dios, es abrirnos a su perdón y reconciliación expresados en la fragilidad del pesebre en Belén.
Domingo 12
3er domingo de Adviento
Nuestra Señora de Guadalupe
«Que te alaben, Señor, todos los pueblos».
- Is 7, 10-14
- Sal 66 Gál 4, 4-7
- Lc 1, 39-48
El profeta Isaías comunica al pueblo el signo profético del nacimiento de Emmanuel, Dios con nosotros, mediante el cual el Señor mantiene la promesa de proteger a todo el pueblo.
En esta carta, Pablo atestigua que, gracias a Jesucristo, hijo de Dios, hemos recibido la también la condición de hijos.
María visita a Isabel. Ella, al escuchar el saludo de María, exclamó: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?».
Cada uno de nosotros puede reconocer que la mamá, las abuelas, las tías o las catequistas han tenido un papel importante en nuestra familia para la transmisión de la fe. En este pasaje de Lucas llama la atención que, en una sociedad patriarcal como la judía, el protagonismo de la escena del Evangelio recaiga en dos mujeres.
Para empezar, vemos a María que viaja para visitar a Isabel, a quien acompaña durante tres meses; después vemos que Isabel la bendice y la reconoce como la madre del Señor, pues gracias a ella se cumple la promesa de Dios que se encarna en la condición humana, de Emanuel.
La narración termina con el cántico de María, ella que ha creído, proclama alegre: «Mi alma canta la grandeza del Señor, mi espíritu festeja a Dios mi salvador».
Las acciones de ambas mujeres nos muestran cómo Dios actúa en la historia humana y a través de quiénes actúa. Los gestos sencillos pero vitales, tales como visitar, saludar, acompañar y bendecir son acciones frecuentes de muchas mamás; hoy en la fiesta de Guadalupe, damos gracias a Dios porque María la madre de Jesús quiso visitarnos, saludarnos, acompañarnos y bendecirnos en México.
Domingo 19
4to Domingo de Adviento
«Socórrenos, Dios Salvador nuestro, por el honor de tu nombre».
- Miq 5, 1-4
- Sal 79
- Heb 10, 5-10
- Lc 1, 39-45
El profeta Miqueas señala que la humillación provocada por el invasor no será el fin, pues el Señor suscitará un descendiente de la casa de David para levantar y sostener a su pueblo.
La Carta a los Hebreos retoma las palabras de Jesús: «Aquí estoy para cumplir tu voluntad», con él termina la antigua práctica de ofrecer animales para la expiación de los pecados, pues el verdadero sacrificio es hacer la voluntad del Padre.
En el encuentro de María con Isabel vemos la sencillez de ambas mujeres que han creído en la acción de Dios y en cómo transforma la vida de los pequeños y humildes.
El traslado del Arca de la Alianza a Jerusalén (2 Sam, 6) ayuda a comprender el encuentro entre María e Isabel narrado por el evangelista san Lucas. En el contexto judío, esta Arca era un cofre de maderas preciosas y oro que guardaba las tablas de la antigua alianza (Éxodo 25, 10-22).
En el Nuevo Testamento, María es presentada como la Nueva Arca que lleva a Jesús, él es la nueva alianza de Dios con la humanidad.
Estamos invitados a disponer el corazón para creer como María, pues es un modo de recibir a Jesús, el Hijo de Dios, promesa cumplida de vida.
El saludo de Isabel también es un anuncio de fe: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?».
En esta última semana de Adviento, nos podemos preguntar si nuestro corazón está dispuesto para recibir a Jesús, y si somos capaces de proclamar nuestra fe, aun en medio de las dificultades.
Sábado 25
Misa de la víspera de la Natividad del Señor
«Hoy nos ha nacido el Salvador».
- Is 9, 1-3. 5-6
- Sal 95
- Tit 2, 11-14
- Lc 2, 1-14
Una luz ilumina al país en tinieblas, «un niño nos ha nacido», el príncipe de la paz se consolidará con la justicia y el derecho, de este modo resuena la profecía mesiánica de Isaías.
La Carta a Tito atestigua que la gracia o favor de Dios se ha manifestado en la encarnación de su Hijo Jesús para la salvación de todos. Además, la comunidad cristiana espera la manifestación gloriosa de Jesucristo que completa el arco entero de la salvación.
Para Lucas y la comunidad lo importante de la llegada del Mesías es que se da en un punto de la historia, en el tiempo y en el espacio. En este sentido, Lucas señala las circunstancias materiales en las que nace Jesús.
«Re-cordar» quiere decir pasar por el corazón (cordis); de tiempo en tiempo, nosotros recordamos aquello que nos ha dado vida, aquello que nos da sentido y nos anima cuando perdemos el rumbo.
Ahora, en esta fiesta de la Natividad «re-cordamos» la llegada de Jesús, quien ha traído a nuestras vidas la salud y la paz para siempre.
¿Qué aprendemos de Dios en el nacimiento de su Hijo? Vemos que Dios se manifiesta en la pobreza, la sencillez y la debilidad de un niño recién nacido. Así Jesucristo, su Hijo nos muestra con su vida la solidaridad total con la humanidad.
En un sentido totalmente opuesto, la sociedad de consumo nos bombardea para buscar riqueza, para ser sofisticados, y para usar la fuerza/violencia, pero estos caminos no nos dan vida, en realidad son una trampa para ocultar que somos seres necesitados; además, esos caminos nos terminan separando de los demás.
La Encarnación nos enseña además que Dios comparte nuestra propia vulnerabilidad. A partir de esta entrega sin reservas de Dios estamos invitados a compadecernos en obras y de corazón con quien sufre, vive en la pobreza o tiene una enfermedad. De este modo viviremos en común-unión con los demás ¡que así celebremos esta Navidad!
Domingo 26
La Sagrada Familia
«Señor, dichosos los que viven en casa».
- 1 Sam 1, 20-22. 24-28
- Sal 83
- 1 Jn 3, 1-2. 21-24
- Lc 2, 41-52
El Señor se acordó de Ana y pudo concebir un hijo a quien puso el nombre de Samuel. Posteriormente se lo entrega, pues así se lo había prometido a Dios.
El tema de la Primera Carta de Juan gira en torno a la Encarnación del Hijo de Dios y el amor al prójimo. En los primeros versículos el autor exalta el amor que nos ha mostrado el Padre al hacernos sus hijos. Sólo es necesario creer en Jesucristo y amarnos unos a otros como él nos amó.
El contexto de este pasaje es la fiesta de la Pascua judía. La centralidad del relato está en dos conversaciones; por un lado, Jesús sentado en el templo en medio de los doctores de la ley, a quienes escucha y les hace preguntas; y por otro, el diálogo de Jesús con sus padres.
En la fiesta de la Sagrada Familia pidamos al Señor que fortalezca los vínculos entre unos y otros para actuar y vivir como sus hijos y, por tanto, como verdaderos hermanos.
Las personas nos formamos gracias a los otros, en consecuencia, nosotros expresamos el sentido de pertenencia cuando nos referimos a la familia, al grupo, a la colonia o a la nación.
En este pasaje vemos a la familia de Jesús, María y José, que van cada año a Jerusalén para la Pascua judía, ya que pertenecen a un pueblo y a una tradición de fe.
Cuando Jesús se queda en la ciudad, él también hace explícita la paternidad de Dios, que es y será para él un vínculo de pertenencia significativo y vital toda su vida. Esto cambia el modo de hablar de Jesús pues tiene como referente al Padre y esto produce admiración en quienes lo escuchan en el templo. Jesús no se queda ahí, nos damos cuenta de que después regresa con sus padres y sigue bajo su autoridad.
Reconocer la filiación con Dios no niega de ninguna manera todas las filiaciones, sino que las hace plenas y les da sentido. Para ser cristiano sólo hace falta «creer en Jesús y amarnos unos a los otros como él nos amó».