«Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres».
Diciembre
- 1 Sam 1, 20–22. 24–28
- Sal 83
- 1 Jn 3, 1–2. 21–24
- Lc 2, 41–52
§ La primera lectura muestra un signo radical de amor a Dios por parte de Ana, quien pidió en su oración un hijo, al que le puso el nombre de Samuel. Después de que el niño fue destetado lo llevó ante el sacerdote Elí para que viviera en la casa del Señor para siempre. Esta lectura se parece en lo que dice el evangelista (Jn 3, 16): «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna».
§ Dichosos los que viven en la casa del Señor, dice el salmo, refugio de los pobres y los afligidos, pues la casa del Señor es ancha y grande para quien quiere recibir su consuelo y está dispuesto a creer en sus palabras que son vida.
§ El Evangelio nos plantea una escena de casa, vivida en familia. Jesús, María y José van a la fiesta de la Pascua en Jerusalén, pero Él se entretiene con los doctores en el templo, dialoga con ellos y les hace preguntas. Poco se sabe de la vida de Jesús durante su infancia y adolescencia, pero este pasaje denota el crecimiento humano que ha tenido en el seno de su familia.
En el contexto de esta fiesta, ¿cómo podríamos recordar nuestra infancia y adolescencia a la luz del amor deDios en el seno de nuestra familia?