Evangelio del domingo 28 de septiembre

«Alabemos al Señor, que viene a salvarnos».

Septiembre

  • Am 6, 1. 4–7
  • Sal 145
  • 1 Tim 6, 11–16
  • Lc 16, 19–31

§ El profeta Amós advierte sobre la indolencia de aquéllos que acumulan riqueza y la aflicción de quienes viven muy cerca en la miseria: beben vino en grandes copas, con aceite exquisito se perfuman, pero no se afligen por el desastre de mi pueblo. Ese abismo que se abre de forma entre mundos diferentes puede llevar a la ruptura de la humanidad.

§ Pablo señala la importancia de mantenerse atento para vivir en sintonía con Dios, y le advierte a Timoteo: «Huye de todo eso. Procura ser religioso y justo. Vive con fe y amor, constancia y bondad». Asimismo, nos conmina a seguir aquellos mandatos que los profetas nos han entregado como Palabra de Dios: «Guarda el mandato, presérvalo de todo lo que pueda mancharlo o adulterarlo hasta la venida gloriosa de Cristo Jesús, nuestro Señor».

§ Jesús en el evangelio de Lucas pone esa imagen del rico que posee mucho y del pobre llamado Lázaro, que duerme en la calle frente a su casa. Cuando ambos llegan al cielo le dice al rico: «Hijo, recuerda que tú recibiste tus bienes durante la vida, mientras que Lázaro recibió males. Ahora él encuentra aquí consuelo y tú, en cambio, tormentos». Es claro que entre estas dos vivencias hay una distancia insalvable: entre ustedes y nosotros hay un abismo tremendo. Es necesario escuchar la palabra del profeta Amós y el recuerdo de Jesús que llama a tender puentes entre abismos que nos separan y nos dañan.

Que Dios nos conceda la sabiduría para saber construir puentes en los abismos en donde la vida se debilita y se atrofia.

Ilustración: ©Tzitzi Santillán

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