Evangelio del domingo 26 de octubre

«La oración verdadera nace de la verdad de quienes somos».

Sir 35, 15–17. 20–22

Sal 33

2 Tim 4, 6–8. 16–18

 Lc 18, 9–14

  • Dios no es sordo a la necesidad del huérfano ni de la viuda. La justicia de Dios no se inclina hacia el fuerte ni hacia el poderoso; se manifiesta en quien ora con el corazón roto. La oración de los pobres traspasa las nubes, dice el Eclesiástico.
  • Pablo, al final de su vida, da testimonio de una fe sostenida en la entrega: «He combatido el buen combate». Sabe que Dios lo ha acompañado y que le espera el encuentro definitivo con Él.
  • El fariseo ora desde su vanagloria; el publicano, desde su miseria. Jesús declara justo a quien se reconoce pecador: no es el prestigio, el cargo ni el cumplimiento externo lo que cuenta; lo que realmente tiene peso es la verdad que habita en el corazón de cada persona.
  • Esta parábola nos confronta como Iglesia: ¿cómo oramos?, ¿desde la superioridad o desde la humildad? Las comunidades heridas, silenciadas y perseguidas tienen mucho que enseñarnos; oran desde abajo, desde la verdad de quienes son.

Que nuestra oración brote de la tierra, de los escombros, de nuestras historias, y que allí nos encontremos con el Dios que escucha y nos sostiene.

Ilustración: ©Tzitzi Santillán

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Síguenos en nuestras redes sociales
Suscríbete al boletín semanal

    Artículos relacionados