«…judíos o no, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu».
Enero
- Nem 8, 2–4, 5–6, 8–10
- Sal 18
- 1 Cor 12, 12–30
- Lc 1, 1–4: 14–21
§ La narración de Nehemías nos invita a transportarnos al relato de refundación o renovación de la asamblea. Como Pueblo escuchan la lectura del libro de la Ley para asentir juntos con un «¡Amén!». Situados entre la asamblea, nos convida como hombres y mujeres a dejarnos suscitar y albergar el reconforto y la alegría que la Palabra de Dios nos ofrece. Es una invitación a confiar que la identidad que buscamos como Pueblo comienza con lo que Dios suscita por su Palabra y se consuma en las buenas obras.
§ El Evangelio de San Lucas explicita su centralidad en Cristo, como referencia identitaria de la comunidad cristiana. Su centralidad plenifica la búsqueda de la primera lectura, en cuanto Jesús se permite impulsar por el Espíritu y Él mismo es cumplimiento de la Palabra en obras. Nos mueve a confiarnos a que Jesús nos muestre con su vida esa plenitud que posee.
§ La segunda lectura nos cuestiona si hemos entendido la identidad cristiana como un asunto de uniformidad. San Pablo nos muestra que la unidad en Cristo es el mayor de los dones, una realidad que trasciende otras realidades sociales o personales. Sin embargo, existe una particularidad en esa pertenencia a la que somos invitados a descubrir.
Te pedimos, Señor, que nos mantengas centrados en escuchar tu Palabra y en realizar las obras de amor a los otros que nos inspiras. Ayúdanos a en esa dinámica de amor encontrar quienes somos como Pueblo tuyo.
