Evangelio del domingo 24 de diciembre

«Alégrate llena de gracia, el Señor está contigo»

DICIEMBRE

Domingo 24

  • 2 S 7, 1-5.8b–12.14a.16
  • Sal 88
  • Rm 16, 25–27
  • Lc 1, 26–38

§ ¡Qué sorpresa para María sería saber que se convertiría en morada del Salvador! María se convierte en templo viviente pues se encuentra inundada por la gracia de Dios. En ella encontramos el primer ejemplo de fe, confianza, entrega y respuesta generosa ante el plan de Dios. Cristo se abriría paso en este mundo a través de su vientre, ella se gestaría el corazón de una nueva humanidad, el consuelo de los afligidos y temor de los malvados.

§ El Hijo se encarna en la historia y lo hace con toda profundidad, sin reservas, en lo último de la humanidad, en las condiciones de mayor pobreza, incertidumbre y vulnerabilidad. Dios quiere rescatar a los que menos contaban, a los que están en los niveles más bajos de la escala social, pues Dios es entrega generosa para todos, sin exclusión alguna. La única causa de la encarnación del Hijo es el inmenso amor de Dios por sus criaturas. No hay mejor noticia que ésta: Dios nos salva por amor.

§ La casa de la que se habla en la lectura del libro de Samuel no será un templo de cedro, como pretendía el rey David, ni se quedará limitado bajo la sombra de una tienda. Dios implanta su morada en la humanidad a través de Cristo y se interna en las venas de la humanidad pecadora para salvarnos de la muerte a la que conlleva el pecado y liberándonos de la maldad de aquellos ambiciosos que quieren sus beneficios a costa del sufrimiento del prójimo.

Que la luz del Señor Jesús que nace en el pesebre ilumine nuestras vidas, nos señale el camino para seguirlo y nos haga compasivos con nuestras propias fragilidades y las del prójimo. Abramos nuestros corazones para dejarnos irradiar por su luz que descubre nuestra verdad y enciende el amor más puro.

Ilustración: ©Tzitzi Santillán
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