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Evangelio del domingo 18 de febrero

«Descúbrenos, Señor, tus caminos»

FEBRERO

Domingo 18

  • Gén 9, 8–15
  • Sal 24
  • 1 Pedro 3, 18–22
  • Mc 1, 12–15

§ El Señor coloca el arcoíris en las nubes como señal de la alianza entre Él y la Tierra, con la promesa de no aniquilar a ninguno de los seres. La carta de Pedro recuerda que el sentido del bautismo es la salvación, el signo del agua adquiere para los cristianos un nuevo significado; ya no es más causa de muerte sino de salvación. El bautismo, al igual que los demás sacramentos de la Iglesia, requiere de una buena conciencia a través de la Resurrección. 

§ El Evangelio relata la invitación del Señor a la conversión después de ser tentado en el desierto. Este relato indica que Jesús fue empujado hacia ese lugar por el Espíritu; los cuarenta días nos evocan a los cuarenta años que el pueblo pasa en el desierto, donde el espíritu de Dios los acompaña. Jesús va a Galilea, lugar donde inicia la proclamación de la Buena Nueva, la llamada a la conversión.

§ El Dios al que profesamos nuestra fe es Aquél que respeta la vida del creyente. En el bautismo el hombre renace a una vida nueva. Sin embargo, este acto no sólo se realiza una vez, sino que el bautizado, con la ayuda de la comunidad, debe hacer memoria de su nacimiento a una vida nueva que se actualiza siempre.

La conversión no es un proceso con fecha de caducidad, sino de ponernos en marcha hacia nuestra Galilea personal, donde el ser humano se deja conducir por el Espíritu hacia lugares insospechados en los que la presencia de Dios lo acompaña. Frente a las tentaciones y dudas del camino está la certeza y el signo de que las invitaciones de Dios no buscan acabar con el ser humano, sino salvarlo. 

Ilustración: ©Tzitzi Santillán
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