Evangelio del domingo 16 de julio

«Vengan a tomar agua»

JULIO

Domingo 16

  • Isaías 55, 10–11.
  • Salmo 64.
  • Rom 8, 18–23.
  • Mt 13, 1–23.

§ La semilla ha sido echada en la tierra y queda envuelta en la promesa del amor: se abrirá, crecerá y dará fruto, el amor así lo ha dicho.

§ Ahora, la tierra y las criaturas contemplan la semilla, esperando que se cumpla la promesa, invitándonos a nosotros a remover las piedras, a quitar los cardos, a traerla de los bordes de los caminos para que descanse en buena tierra, para darle buen lugar y colaborar así en la realización de la promesa. 

§ El sembrador salió ayer a sembrar, y hoy nosotros, sus colaboradores, salimos para que la tierra se nos haga buena, para que pueda recibir semilla y promesa, para que se alegre de darle espacio y para que se convierta en lugar de acogida, de ayuda, para que se transforme en el hogar que se merece todo corazón, pues todos han nacido de la palabra amorosa de Dios.

La parábola del sembrador no ha sido concebida como una medida del mérito de cada persona. Es dicha a los discípulos para que consideren la promesa que hay en la semilla, con la que la envuelve la palabra de Dios que le dice: «No dejará de cumplirse, sino que hará mi voluntad». Nos toca hoy a nosotros, como a los discípulos entonces, escuchar esa palabra y dejarnos convertir en colaboradores del sembrador. Nos toca buscar que la semilla se encuentre una buena tierra, una más libre de las rocas y los cardos de la ambición y la violencia, una de más cuidado y de más cariño, para que brote la semilla y pueda dar crecer en cada persona y dar su fruto, treinta, sesenta y ciento, embelleciendo la tierra entera

Ilustración: ©Tzitzi Santillán
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