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Evangelio del domingo 12 de marzo

«Que no seamos sordos a tu voz»

MARZO

Domingo 12

Tercero de Cuaresma

  • Éx 17, 3-7
  • Sal 94
  • Rom 5, 1-2. 5-8
  • Jn 4, 5-42

§ En muchas ocasiones los miembros del Pueblo de Israel reprochan a Moisés por haberlos sacado de Egipto, como sucede en este pasaje de hoy, en donde el atravesar el desierto, los lleva a experimentar una enorme sed. Esta, sin embargo, no es el problema, sino creer que esta sed es la totalidad de su vida y de su camino. Cuando hacemos de una dificultad o dolor (físico, psicológico o moral), la totalidad de nuestra vida se nos convierte en un tormento infinito. Es preciso reconocer nuestra sed y nuestros dolores y darles el lugar que deben tener para que toda la esperanza y las posibilidades que el Señor nos pone no sean arrastradas junto con estas dificultades.

§ La Carta a los Romanos expone claramente cómo hemos sido salvados en Cristo y nos muestra que nuestra realidad de pecado nos habría hecho merecedores más de castigo que de bondad y, sin embargo, el Señor ha entregado su vida por todos nosotros, aún en medio de nuestros intereses más mezquinos. Si ese es el nivel de amor de Dios, ¿cómo no vivir en una completa esperanza?

§ Juan nos narra el encuentro de Jesús con la samaritana. En este pasaje hay un aspecto muy claro: ya estamos en un tiempo que es distinto. Estamos experimentando el tiempo de la salvación; un tiempo en donde ya no importa en qué monte alabemos a Dios porque Él ya está presente en toda la realidad todo el tiempo. Es el momento de reconocer la fuerza de la Encarnación que se sigue actualizando en cada cultura, en cada pueblo y en cada persona; un tiempo en donde somos llamados a cosechar sus frutos.

En esta Cuaresma estamos llamados a la auténtica esperanza de reconocernos salvados y liberados del pecado por el amor inagotable del Señor.

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