El Centro Cultural Universitario (CCU) de Argel, en Argelia, desde su fundación en 1962 es dirigido por los jesuitas en colaboración con otras congregaciones y laicos argelinos. Opera en tres sedes y se destaca por su enfoque integral que abarca las áreas de biblioteca, pedagogía y cultura–arte. En un contexto predominantemente musulmán, el CCU actualmente atiende a cerca de 2,500 inscritos (80% de ellos son mujeres), quienes cotidianamente se comunican en diversos idiomas, que incluyen algunas lenguas locales, el árabe, el francés y el inglés.

En ese contexto multicultural, siguiendo la línea del espíritu del encuentro y el diálogo, hace algunos meses se inició una actividad, fruto de la colaboración entre el CCU y la casa de retiros jesuita Ben Smen. Esta consiste en la proyección de una película cuidadosamente seleccionada, seguida de un debate enriquecedor entre la diversidad de asistentes, todo ello mientras se comparte té y galletas. Poco a poco hemos ido estructurando el proyecto hasta nombrarlo oficialmente como Cine del Encuentro.

Más que una proyeccion en serie de películas, lo que buscamos es que —con éstas como pretexto— ocurra una experiencia viva de interacción entre los asistentes, quienes son parte de diversas generaciones, hablan distintas lenguas, practican distintas religiones y pertenecen a distintas clases sociales. Podemos decir que cada película se convierte en una parábola audiovisual que, existencial y espiritualmente, interpela a todos generando un ambiente de confianza entre la diversidad de asistentes, quienes terminan descubriendo fragmentos de sí mismos reflejados en el otro.

Es precisamente en este punto que el Cine del Encuentro adquiere una nueva dimensión. Nos sitúa claramente en el ámbito de la reconciliación y, como un sacramento, la dimensión social de esta actividad nos hace presentes a Dios actuando en acontecimientos concretos de la vida; en nuestro caso, en un grupo de personas que interrogan su subjetividad (M. Foucault), escuchándose y compartiendo en profundidad en torno a una película.

Desde la pluralidad de sus asistentes, esta actividad cuestiona el principio social que entiende la diversidad como justificación de la segmentación y la inferioridad de unos sobre otros. En particular, de quienes tienen un determinado nivel educativo sobre otros, de quienes hablan una determinada lengua sobre otros, o de quienes practican una determinada religión sobre quienes practican otra, etc. Así, la simple proyección de una película se convierte en una herramienta que facilita la reconciliación al hacer que sus participantes —manteniendo su diversidad— se reúnan, se compartan, se reajusten y, de alguna manera, se hagan coincidir (Pedro de Velazco, S.J.).

Por lo tanto, podemos decir que el Cine del Encuentro es una manera sencilla y concreta de llevar a la práctica nuestra misión de la reconciliación (CG 35 y 36), al mismo tiempo que es un espacio de resistencia ante nuestras sociedades actuales, que ven en la diferencia la justificación para dividirnos y para construir muros físicos y simbólicos que excluyen a los más desfavorecidos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Síguenos en nuestras redes sociales
Suscríbete al boletín semanal