Tras los pasos del Padre Galván, primer sacerdote mártir en la persecución religiosa

Por la calle Hospital de la ciudad de Guadalajara, unas cuantas cuadras abajo del legendario Hospital Civil «Fray Antonio Alcalde», se encuentra el conocido Templo del Padre Galván.

Se comenzó a construir en 1938, cuando cesó por completo el conflicto religioso en México, y se terminó hasta bien entrada la década de los años setenta del siglo XX. Es una hermosa construcción de estilo neogótico, a semejanza de algunas catedrales europeas, con altas y esbeltas torres, imágenes sagradas talladas en piedra al frente del templo y sus hermosos vitrales, que van descubriendo escenas de la vida de Cristo y de su Madre Santísima conforme la luz del sol las va recorriendo durante el día.

Está dedicada a la Virgen de Nuestra Señora del Rosario, y a un costado de la puerta principal se encuentra una estatua de san David Galván, inaugurada por el cardenal Francisco Robles Ortega, siendo párroco monseñor Ramiro Vázquez Sáinz, cuando se cumplió el centenario de su martirio.

Al lado derecho del altar, a los pies de la Virgen y el Niño, reposan los restos del presbítero fusilado el 30 de enero de 1915, en el muro oriental del Antiguo Hospital Civil de Guadalajara. Lo acompañan su bonete y su breviario en vitrina anexa.

En la madrugada de ese día la capital tapatía presenció una cruenta batalla entre villistas y carrancistas en la parte norte de la ciudad. Era la llamada «lucha de facciones» de la Revolución Mexicana. Los partidarios de Carranza y Obregón habían tomado la Perla de Occidente en julio de 1914, apoderándose con abuso de los templos y del Seminario Conciliar. Las tropas de Villa, por su parte, los atacaron por sorpresa, pero no pudieron tomar la plaza, aunque dejaron muchos heridos y moribundos que fueron llevados al Jardín Botánico, frente al Viejo Hospital Civil.

Seguramente, el Padre Galván y el presbítero José María Araiza, provenientes del Santuario Guadalupano, pasaron por la calle Juan Álvarez con el propósito de confortar a los heridos y auxiliar a los moribundos en sus últimos momentos. En esa vía citadina, cerca de la calle Belén, se encontraba el 37 Batallón Ligero del Ejército Constitucionalista.

Ahí, el capitán Enrique Vera reconoció, al pasar, al Padre Galván, con quien había tenido un serio altercado porque el presbítero David se opuso abiertamente a una fechoría del militar, como lo señala el sacerdote José Ramírez Mercado en un artículo publicado en 2010 por el Departamento de Estudios Históricos de la Arquidiócesis de Guadalajara.

El Padre Galván y el religioso que lo acompañaba fueron entonces apresados, con la acusación de ser espías del villismo. Finalmente, David Galván fue fusilado a un costado del Hospital Civil «Fray Antonio Alcalde», en el muro del entonces cementerio anexo, donde ahora la calle Coronel Calderón colinda con Eulogio Parra, muy cerca de donde ahora se encuentra la Torre de Especialidades del prestigiado centro médico.

San David Galván fue velado en el Colegio del Niño Jesús en Pedro Loza y sepultado en Mezquitán. Varios años después sus restos fueron llevados al Templo conocido por su nombre. Ciento diez años después, muchas y muchos tapatíos acuden a su tumba para llevarle flores, agradecimientos e intenciones. Hubo quien le colocó la playera de uno de los clubes de fútbol con más tradición en la ciudad de Guadalajara.

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