Evangelio del domingo 31 de diciembre

«Busquen las cosas de arriba»

DICIEMBRE

Domingo 31

  • Si 3, 2–6.12–14
  • Sal 127
  • Col 3, 12–21
  • Lc 2, 22.39–40

§ La familia aparece como el hilo conductor de las tres lecturas del último domingo del año. El libro del Sirácides subraya la honra y el respeto por los padres. Nadie puede saber quién es y quién está llamado a ser si reniega de su propia sangre, pues los padres proveen de una primera y fundamental identidad a toda persona. El respeto hacia los padres se sitúa más allá de la conducta humana, por ello la recomendación es a ser indulgentes y a perdonar, cuando sea necesario.

§ Lo central en toda familia ha de ser preservar el vínculo del amor, de tal manera que se traduzca en compasión, bondad, humildad y servicio generoso unos hacia los otros. Lo fundamental en la carta a los Colosenses no consiste en proveer de un manual atemporal de comportamiento para las familias, sino de exaltar el amor como ingrediente principal en cada una. Para ello no hay que perder de vista que Cristo ha de ser quien reine en los hogares, sus valores, sus criterios y sus modos de proceder.

§ En el relato de Lucas vemos un breve retrato de la Sagrada Familia, cuya santidad no radica en que gozarán de circunstancias especiales para vivir fácilmente orientados hacia la voluntad de Dios, nada de eso, sino en que se mantenían unidos por el amor entre ellos, en medio de la cotidianidad llana y cumpliendo cabalmente los preceptos que correspondía según su tradición. Jesús, María y José recorrieron muchas veces el camino de Nazaret a Jerusalén de ida y de vuelta, es decir, conectaban lo sagrado con lo cotidiano, pues toda la realidad se encontraba inundada de Dios. Así es como una familia puede ser santa.

La familia es oportunidad para vivir los valores del Reino de Dios, por ello el amor que se vive en la familia ha de nutrir lo suficiente el corazón de sus miembros para que seamos capaces de salir a compartir ese amor con todas las personas que nos rodean. Pues el amor de una familia no es para encapsularse en un pequeño núcleo, sino para abrirse con entusiasmo y prodigalidad al mundo.

Ilustración: ©Tzitzi Santillán
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