Evangelio del domingo 28 de julio

«Bendeciré al Señor eternamente»

JULIO

Domingo 28

  • 2 Re 4, 42–44
  • Sal 144
  • Ef 4, 1–6
  • Jn 6, 1–15

§ A través de Eliseo, Dios actúa y da de comer a la comunidad. Lo que es un hecho es que hay carestía y la gente necesita comer, razón por la cual la gente sigue a Eliseo. Sólo hay veinte panes de cebada y grano fresco en espiga. De esta manera, la palabra divina hace que donde hay escasez también se coma, y hasta sobre, como lo veremos más adelante en la multiplicación de los panes de Jesús. 

§ San Pablo nos invita a darnos cuenta de que, si somos un solo cuerpo con Cristo, debemos vivir este misterio de unidad en nuestra vida cotidiana. Es decir, la manera en que nos debemos distinguir como cristianos es desde la lógica del darnos y de formar de la pluralidad una comunidad en Jesucristo. 

§ Antes de la multiplicación de los panes Jesús se ha mostrado como maestro que enseña, y la muchedumbre que lo sigue ve en Él señales en las curaciones. Ahora, a diferencia de los discípulos que razonan el problema de la comida con parámetros de mercado, Jesús responde desde la lógica del dar, se acerca a la gente y a sus necesidades. Jesús toma los panes y los peces, da gracias al Padre y los distribuye, lo que anticipa los gestos de la última cena. 

Danos la gracia, Señor, de saciar no sólo el hambre material, sino la más profunda: el hambre de amor al prójimo y a Dios. Recuérdanos que todos tenemos cinco panes y dos peces para darlos y ofrecerlos en la mesa.

Ilustración: ©Tzitzi Santillán