«El Señor es mi pastor, nada me faltará»
JULIO
Domingo 21
- Jer 23, 1–6
- Sal 22
- Ef 2, 13–18
- Mc 6, 30–34
§ Jeremías hace frente a los dirigentes de Israel, quienes han sido los responsables de la dispersión y ruina de las ovejas de su pueblo. Pero el hecho no queda sin justicia, sino que el profeta consuela y Yahvé promete restituir los restos del rebaño. El Dios de Israel se encargará de pastorear y hará que las ovejas dispersas se vuelvan a reunir en torno a un nuevo pastor.
§ De acuerdo con San Pablo, en Cristo se cumple la promesa de formar un solo cuerpo con Él por su sangre. En Cristo tenemos acceso a una Nueva Humanidad en la que la enemistad ha sido superada, y por medio de la cruz hemos sido reconciliados.
§ El inicio de esta perícopa de Marcos indica el escenario de la primera multiplicación de los panes y los peces, la cual está dirigida al pueblo de Israel. Además, se hace énfasis en el entusiasmo de la gente, el regreso de los discípulos de la misión y la compasión de Jesús por ver una muchedumbre hambrienta y desamparada, un rebaño de ovejas sin pastor. Una misión sin compasión distorsiona el testimonio y el mensaje de Dios. Jesús es el verdadero pastor; no sólo el rey pastor, hijo de David que Dios había prometido a su pueblo, sino el único pastor de Israel.
Señor Jesús, que podamos encontrar en Ti y en tu enseñanza un camino de esperanza en el cual no seamos sordos a tu voz y tu llamado. Enséñanos, Jesús, a reconocer tu voz cuando nos llamas y, de esta forma, acercarnos al otro con compasión para compartir tu amor que nos hace hermanos.