«…somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos que venga nuestro Salvador, Jesucristo».
Marzo
- Gen 15,5–12.17–18
- Sal 26
- Fil 3,17–4,1
- Lc 9,28–36
§ El libro del Génesis muestra la fe de Abraham en sus inicios, siguiendo la indicación de contar las estrellas en el firmamento. Por más sencillos y simples que parezcan los comienzos, esas luces celestes serán el símbolo de una promesa de una descendencia dada por Dios y un horizonte de vida en la fe para el Pueblo de Israel.
§ Podemos decir que la segunda lectura nos presenta a Pablo contemplando con fe probada en la cruz esa descendencia celeste prometida a Abraham en la comunidad de Filipo, ciudadanos del cielo que serán glorificados por Jesucristo. Pablo nos invita, como él lo hace, a recuperar a las personas que, en nuestra vida, con su conducta, son fuente de alegría e inspiración; estrellas aquí en la tierra que translucen la promesa de Dios cumplida en el Crucificado.
§ El Evangelio nos invita a caminar con Jesús para orar con Él. En este encuentro, somos testigos de la transfiguración de Jesús en el que se revela el destino de nuestra búsqueda en Jerusalén, lugar de persecución y crucifixión. Pasamos de ser inspirados por otros a encarnar en nuestra vida este llamado a ser luz de las naciones en Cristo.
Danos, Señor, la gracia de inspirarnos en las personas que te siguen fielmente hasta la cruz. No permitas que se enfríe esa promesa de compartir la vida divina que nos ofreces en plenitud.
