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Evangelio del domingo 15 de enero

«Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad»

ENERO

Domingo 15

II del Tiempo Ordinario

  • Is 49, 3. 5-6
  • Sal 39
  • 1 Cor 1, 1-3
  • Jn 1, 29-34

§ En el texto de Isaías, se nos muestra claramente el llamado que el Señor hace al pueblo de Israel para que sea su siervo, lo que implica como consecuencia una misión: reunir nuevamente a los que estaban lejanos, dispersos y enemistados. Es decir, una misión de reconciliación. Estamos todos invitados a participar de la misión de reconciliarnos en el mundo presente en donde tantas fracturas sociales, personales y eclesiales nos aquejan.

§ En la Carta a los Corintios (una comunidad difícil para Pablo), nos encontramos con un simple saludo. Sin embargo, se trata de un saludo que apela a la identidad compartida de ser llamados por el Señor a ser santos. Así, el llamado, no tiene que ver con algo que sea preciso «hacer», sino con establecer una relación de unidad en Dios, lo cual les hace hermanos entre sí. La invitación, entonces, es a reconocer que nuestra comunión con Dios está indisolublemente asociada a nuestra relación con nuestros hermanos y hermanas.

§ En el Evangelio, Juan el Bautista da testimonio del llamado que ha recibido Jesús a bautizar con el Espíritu, es decir, a derramar el Espíritu de Dios en los corazones y, con ello, librarnos definitivamente del egoísmo y la codicia. Muchas veces son otros los que nos ayudan a reconocer los llamados que Dios nos hace o que nos permiten ver, con un corazón limpio, las invitaciones del Señor.

Las lecturas apelan todas a la realidad del llamamiento y la vocación. Lejos de considerar la vocación sólo como algo exclusivo de los y las consagrados a la vida religiosa, o como el llamado a una tarea ardua y frustrante; la vocación es, ante todo, un llamado a una relación de unidad con Dios que nos desborda, de tal manera, que nos lleva a ayudar en la reconciliación de los vínculos que se han fracturado por nuestros apegos. Permitámonos la experiencia de ser llamados por Dios para dejarnos habitar por Él y ayudarle a aliviar el dolor del mundo.

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