Evangelio del domingo 14 de septiembre

«Me levantaré y volveré a mi Padre».

Septiembre

  • Éx 32, 7–11. 13–14
  • Sal 50
  • 1 Tim 1, 12–17
  • Lc 15, 1–32

§ En la lectura del libro del Éxodo Dios llama a Moisés para que vea los pecados que el pueblo está cometiendo: han construido un ídolo y se han postrado ante él. Moisés, como enviado y mensajero de Dios, observa el desvío del pueblo de Israel e intercede por su pueblo y apela a la promesa que Dios ha venido haciendo al pueblo de Israel: «Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu raza la tierra que te prometí». Dios se compadece de su pueblo y lo perdona.

§ Del mismo modo, Pablo nos comenta que en otros tiempos él fue un opositor, un perseguidor y un violento. Sin embargo, vivió un giro radical en su experiencia de conversión. Él mismo habla de ello al decir: «Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores». No es el pecado que tiene la última palabra, es la Palabra de Dios que reconforta a los que han desviado la mirada ante los ídolos de este mundo.

§ Jesús en este bello evangelio de Lucas nos habla de esa parábola de aquel hijo que despilfarró la herencia del Padre. Buscó la buena vida en el sitio equivocado y terminó en un sitio degradante e indigno. El hijo vive la experiencia del arrepentimiento y decide volver a la casa del Padre, quien lo recibe con misericordia y afecto: «Este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado. Y comenzaron la fiesta». El perdón de Dios no tiene límites y llega hasta lo más profundo de nuestros corazones.

Que Dios nos conceda la gracia de dejarnos arropar por su misericordia y de poder regresar al hogar en los momentos en que, por circunstancias de la vida, abandonamos la calidez y la gratuidad de su casa.

Ilustración: ©Tzitzi Santillán

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