Por Juan Carlos Zavala Jonguitud SJ
El loco de Dios en el fin del mundo, libro escrito entre 2023 y 2024 por Javier Cercas, retrata el viaje de Francisco a Mongolia en septiembre de 2023. Este relato puede ser definido de muchas maneras. Puede considerarse una biografía, una crónica de viaje, una autobiografía, una bitácora antropológica o un thriller que busca desentrañar los oscuros secretos del enigmático Vaticano, gobernado por el vicario de Cristo en la Tierra. Pero creo que, entre todas las definiciones, la mejor de todas es que este libro es una carta de amor dirigida al propio Francisco. Con el pasar de las páginas, el argentino va emergiendo con toda su complejidad; poliédrico, como a él mismo le gustaba definir la Iglesia. Todo el movimiento narrativo va mostrando, poco a poco, cuánto amor expresa un escritor ateo por el mayor líder cristiano en el mundo.
Es una carta de amor maduro, porque no intenta complacer al destinatario. La contradicción humana propia de Jorge Bergoglio, el periodo oscuro de ostracismo en Córdoba, sus conflictos con la Compañía de Jesús en Argentina y sus descalabros como pontífice, todo eso está presente. No vemos en ella un amor adolescente, que idealiza a la persona amada y encuentra en ella nada más que la perfección encarnada. Al contrario, es un ejercicio que ama justamente porque conoce al amado. Mirar al Francisco pecador, como él mismo se reconocía, solo realza su entrega amorosa y hace más difícil aprehender su persona en palabras.
Como toda buena carta de amor, el libro tiene una dosis mesurada de cursilería. Esto, a pesar de que nuestro autor, loco sin Dios autodeclarado, quiera evitarla a cada momento. Pero es imposible eliminarla por completo; ella aparece en el diálogo poético con el cardenal Tolentino de Mendonça; se cuela en la sorpresiva fraternidad creada con el Padre Ernesto, misionero italiano en el fin del mundo. Y, obviamente, brota a cada momento en la relación que van trazando Francisco y Javier. Poco a poco, lo que fue un inesperado y brusco cruce de caminos entre el escritor y el pontífice, se torna en caminada acompasada. Cada cual tiene su camino, su brecha, pero caminan juntos, sinodalmente.
Este ejercicio de amor generoso muestra que el amor de verdad no excluye ni encierra. Al contrario, se comparte y abarca todas las personas que rodean a quienes aman. Lo anterior se observa, sobre todo, en la relación amorosa de Javier Cercas con su madre enferma. El vínculo materno es, en cada página, un motor que moviliza al escritor para llegar hasta el fin del mundo. Sin saberlo, el autor español ama ignacianamente, poniendo el amor más en las obras que en las palabras. Su amor de descreído por su madre, ferviente creyente, le lleva por caminos sorpresivos y fascinantes.
Esta carta/libro de amor nos recuerda cuán divertido, apasionante, desesperante y misterioso es el Amor. Porque al amar nunca tenemos control totalmente de lo que acontece. Amar es, necesariamente, apertura a lo que la otra persona es y tiene. La pregunta que Javier Cercas quiere hacer al papa es el hilo conductor del relato, impredeciblemente abierta, así como el amor. No es hasta el final que se nos revela el misterio ¿Es cierto que mi madre al morir se reencontrará con mi padre fallecido? ¿Es verdadera la resurrección de la carne y la vida eterna? Fiel al autor, no desvelo el desenlace, solo puedo decir que vale la pena acompañarlo hasta el fin.
No puedo terminar este texto sin señalar que, en esta carta, Francisco también es una especie de remitente. Especialmente para nosotros como jesuitas y para aquellos que conocen la Espiritualidad Ignaciana. Porque podemos ver reflejados en él, gestos y rasgos propios del ser jesuita. Sus acciones nos hablan de lo que somos como Compañía de Jesús y de lo que nos hace ser lo que somos, pecadores llamados a servir a Dios en especial obediencia al papa. Por momentos quisiéramos tener al autor enfrente para decirle que no está entendiendo, o que quizá entiende bien pero no quiere aceptarlo. Que Francisco es así porque es jesuita, porque contempla a Dios en todas las cosas y a todas las cosas en Él.
Esta carta de amor mira al más importante líder católico desde los ojos de un escritor ateo y anticlerical. En ella, la vida creyente, aparentemente irracional, se mira con los ojos de la razón moderna; la inestable vivencia de ambas es lo que le da al libro su encanto. “El arte y la fe no pueden dejar las cosas como están: las cambian, las transforman, las convierten, las mueven”. Estas palabras, pronunciadas por Francisco en un encuentro con artistas en la capilla Sixtina – Javier Cercas entre ellos –, son una invitación para quien se aproxima a El loco de Dios en el fin del mundo. Leer este libro pide entrar con este ánimo de ser transformado por la fe y el arte. Es un excelente homenaje a nuestro hermano Francisco, loco de Dios, que nos sigue animando a caminar hasta el fin del mundo.
Un comentario
Gracias Mayito por compartir, excelente crítica del Libro.
Una felicitación sincera para Juan Carlos Zavala, por su manera de captar la riqueza tan grande del libro y de alguna manera transmitir también su sensibilidad y su ‘ignacianidad’.
Gracias a Christus por éste y muchos otros artículos positivos, gratos y estimulantes, con que nos siguen ayudando en este caminar.