Ésta es una cuestión que interesó mucho a los primeros cristianos. Hay algunos escritos de la Antigüedad enfocados específicamente en eso.
La vida interior es algo muy complejo en medio de tantos ruidos y demandas que nos agobian; de hecho, podemos no tener vida interior y vivir solamente para lo externo, como esos frutos que se van secando de adentro hacia afuera: parecen estar bien, pero al abrirlos resulta que están muertos.
El desgarramiento interno de san Agustín es más claro en sus Confesiones a partir de los tres últimos libros: «y ningún lugar por ninguna parte, y ningún lugar por ninguna parte. Nos alejamos y nos acercamos, y ningún lugar por ninguna parte».
San Agustín de Hipona, el gran converso, el doctor de la Gracia, el retórico extraordinario, el enamorado de Dios, la inteligencia apasionada ¿por dónde se puede abordar una breve reflexión sobre él? Eso es muy complicado, no porque falten elementos, sino porque sobran.