Son las seis de la mañana. El Himno Nacional, cantado en otomí por un grupo de niñas de la comunidad de Micuá, desbarata el silencio de la madrugada.
Lejos de ser la más excelsa de las formas de la caridad, como defendía Pablo VI, la política en nuestro entorno es, en no pocas ocasiones, una batalla de intereses en la que se mezclan empresas aparentemente legales, instituciones políticas y organizaciones criminales, sin que siempre sea posible distinguirlas.