Hemos vivido otra nueva Pascua, en medio de innumerables situaciones de injusticia y sufrimiento. La Humanidad toda gime con dolores de desespero ante tantos acontecimientos que nos dejan atónitos. Pareciera que, por más que pase el tiempo, seguimos sin aprender.
El origen y la naturaleza de la comunidad de los discípulos del Resucitado se encuentra en el acontecimiento de Pentecostés que nos relata el libro de los Hechos de los Apóstoles (2, 1-13). Sin embargo, el don del Espíritu del Resucitado a los discípulos es ubicado por la tradición la misma noche del domingo de Pascua (Jn 20, 22). Entonces, Pascua y Pentecostés son dos misterios intrínsecamente unidos.