El 3 de julio pasado la presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) publicó un video que anuncia una serie de catequesis llamada «Venga a nosotros tu Reino»
Dos especialistas en estudios sobre la Iglesia católica contemporánea analizan el legado del papa Francisco y las probables direcciones que podría seguir el papado de León XIV.
Meditación del santo padre León XIV a los participantes en el jubileo de los seminaristas
Mucho se recuerda a Francisco como el primer papa latinoamericano, cosa absolutamente cierta. Nacido y crecido en el barrio Las Flores, en Buenos Aires, un barrio de gran identidad porteña.
Conmemoramos en estos meses el primer sínodo general (concilio ecuménico) de los obispos cristianos, realizada hace 17 siglos, en el año de 325, en la asiática ciudad de Nicea.
Dios nos escucha. Y cuando le pedimos en nuestras oraciones, un pastor según su corazón, nos mandó, por doce años, a un buen pastor que no se cansó de recordarnos que el nombre de Dios es Misericordia.
Cuando estaba entre mis 30 y mis 40 años de edad tuve neumonía, la enfermedad fue difícil pero la recuperación lo fue aún más, quedé agotada, sin energías, caminaba muy despacio, sentía cierta neblina mental, tardé un buen tiempo en recuperarme, así que, cuando supe que el Papa Francisco tenía neumonía me puse en su lugar, pensé que lo más difícil sería la recuperación posterior porque la edad también cuenta en estas cosas, así que no fue una sorpresa el saber que había fallecido justo después de vivir un día tan agitado como el domingo de Resurrección.
«Nuestro Dios es un Dios de compasión, y la compasión -podemos decir- es la debilidad de Dios, pero también su fuerza … el lenguaje de Dios es la compasión».
El Papa Francisco nos dejó hace unos días, después de 12 intensos años de pontificado. Sin duda, Francisco fue el papa de mi juventud. Aquel que con su modo de anunciar el Evangelio me hizo preguntarme sobre cómo vivo y entiendo mi fe.
Después de una larga convalecencia, el papa Francisco muere por un derrame cerebral. Poco más de un mes de enfermedades se reveló la débil condición del papa y preparó a laicos, religiosos y clérigos para el final de doce años de pontificado.