
Esperanza abre los ojos por dictado del deber. Agradece el nuevo día, ora, al tiempo de darse cuenta que su jornada de fatigas ha iniciado.

Llegué al hospital y sus padres, hermanos e hijos estaban desconsolados. No existen palabras adecuadas en esos momentos cuando el dolor taladra hasta lo impensado del ser humano.

Alicia decidió morir lejos de sus amigos. Un cáncer de páncreas le ganaba la batalla y quiso despedirse con un gesto entrañable para cada uno.

La ola de calor que azota a la ciudad trae por víctimas a seres que buscan desesperadamente un lugar donde sobrevivir: una esquina, una mirada, al menos una minúscula hendidura entre los sueños que cambien la vida amarga, por el alado verdor de los días felices.