
Pocos años después de perder a mi padre, llevé a mi madre a conocer Oaxaca; y ahí, en un baile público, una canción tradicional nos devolvió la esperanza: el amor de Dios tiene la última palabra en la vida, y también en la muerte.

Durante esta pandemia miles de personas, gracias a los medios de comunicación, pudieron hacer versiones abreviadas de los Ejercicios Espirituales (EE) con gran fruto. Ha sido una experiencia tan reciente y extendida que apenas empezamos a reflexionar sobre sus luces y sombras, aunque encontramos por ahora más de las primeras que de las segundas.