«…La puerta del corazón de Dios está abierta…» Estas palabras retumbaron en mi corazón el pasado 24 de diciembre, en la noche de Navidad, cuando el papa Francisco abrió la Puerta Santa en la Basílica de San Pedro y se dio inicio al Año Jubilar de la Esperanza.
La encarnación siempre nos recuerda la gratuidad infinita de Dios que se hace como nosotros entre nosotros, nos convoca y nos une para presenciar su venida.