
Durante su tiempo convaleciente en Loyola, san Ignacio descubrió un mundo que no conocía: la dimensión de la interioridad. La mayor parte de nuestras vidas las vivimos en la superficialidad de nuestro discurso mental, que nos mantiene permanentemente distraídos.

Al inicio de sus Ejercicios Espirituales san Ignacio pone la práctica de introspección a la que nombra “examen”. No se trata de una evaluación perfeccionista, sino de una búsqueda de vivir cada vez más conscientemente.

San Ignacio enriquece el método subrayando la importancia de “habitar” el texto bíblico, esto es, de incorporarnos a las escenas como si fuéramos testigos directos, reconstruyéndolas con todo el realismo posible.

Un método privilegiado para orar con la Palabra de Dios es la Lectio Divina (lección, enseñanza divina). Esta metodología tiene seis pasos en el acercamiento paulatino al texto bíblico. Conócelos y practícalos.

Nuestra sociedad «occidental» está despertando —obligada un poco por las consecuencias devastadoras de nuestra explotación inconsciente de la naturaleza—, a la necesidad de repensar la manera como vivimos en este mundo.