
Jesús entró en nuestras vidas de repente, y en un instante nos pidió que lo dejáramos todo. «Síganme», había dicho.

Esperanza abre los ojos por dictado del deber. Agradece el nuevo día, ora, al tiempo de darse cuenta que su jornada de fatigas ha iniciado.

«A ver si el sábado vamos juntos a la Sierra Santa Rosa», fue el último mensaje que me llegó de Marco, antes de que lo asesinara “El Rulo” del Cártel del Noreste.