Cuando se toma en cuenta el enorme trabajo de transformación que se está realizando en el cerebro de las niñas y niños de 4 a 6 años, nos es fácil comprender el porqué de sus intempestivas reacciones y el agobio o desagrado que les producen instrucciones, para nosotros tan imples, como: comer, compartir, cooperar, permanecer sentados, poner atención, callar, esperar, etc.