Atención y esmero son una clave para descubrirnos en el tiempo, las relaciones, y los espacios que habitamos, pero, sobre todo, para poder percibir cómo es que la presencia de Dios se ha colado en los entresijos de nuestros ritmos vitales.
Mi primera contemplación de la encarnación, del nacimiento de Jesús, la tuve en mi experiencia de prenoviciado. En México, los prenovicios somos enviados a vivir y a colaborar en una misión jesuita durante un año completo. Es algo parecido al Magisterio, vivimos, trabajamos y compartimos como si fuéramos jesuitas, pero con la pregunta del llamado sobre la mesa.