
En las siguientes líneas propongo un acercamiento a esta cuarta encíclica del Santo Padre, guiado por la pregunta de si acaso no estamos ante el testamento místico de Francisco.

La encíclica va sobre el corazón de Jesús y el desafío que Francisco lanza a toda la Iglesia –porque sí, quizá su repercusión será más ad intra– es vivir con corazón en una realidad que parece haber olvidado la capacidad de compadecerse en las lágrimas de quien todo lo pierde por el ídolo ególatra de la autoafirmación.

El Corazón de Cristo es éxtasis, es salida, es donación, es encuentro. En él nos volvemos capaces de relacionarnos de un modo sano y feliz, y de construir en este mundo el Reino de amor y de justicia. Nuestro corazón unido al de Cristo es capaz de este milagro social.