En este capítulo, la necesidad de agua limpia llevó a las mujeres de comunidades en Guanajuato a organizarse en grupos y construir cisternas de ferrocemento para captar el agua de lluvia.
En lo alto de un cerro y rodeada de la selva maya, una gran palapa alberga un taller de bordado que entrelaza hilos multicolores, resistencias y luchas ante el despojo, la devastación y la muerte provocada por las imposiciones culturales y los megaproyectos que invaden la península de Yucatán.
En este capítulo, comunidades dispersas en la Sierra Negra de Puebla defienden el río frente al proyecto hidroeléctrico Coyolapa-Atzalan